Claudia Sheinbaum, primera presidenta mujer, buscará continuar con la “cuarta transformación”
La Cuarta Transformación ha cumplido sus primeros seis años. Su impulsor, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de 71 años, termina su ciclo presidencial este 30 de septiembre con alrededor de 60 por ciento de apoyo popular. Deja en su lugar a Claudia Sheinbaum, una doctora en Ingeniería Energética y Ambiental, militante de izquierda desde su juventud, quien arrasó en las elecciones presidenciales del 2 de junio pasado y se convirtió así no sólo en la primera mujer presidenta de México, sino también en la más votada en la historia de la república.
En 2018, AMLO recibió un país atravesado por un largo proceso de demolición neoliberal y con altas tasas de pobreza y desigualdad. Así lo cuenta en su libro “A la mitad del camino”, publicado en 2021, cuando —como lo indica su título— había gobernado casi tres de los seis años de su período presidencial. “Ya sabíamos que estábamos en decadencia por la aplicación, durante 36 años, de la política de pillaje llamada neoliberal”, escribió. “Pero lo que descubrimos al llegar al Gobierno no solo reafirmó nuestras convicciones, sino que superó por mucho lo que imaginábamos. El Gobierno estaba consagrado a facilitar la corrupción, y no se preocupaba ni por asomo del bienestar del pueblo. Toda su actividad consistía en privatizar y en hacer jugosos negocios al amparo del poder público.”
El bienestar de los mexicanos y la lucha contra la corrupción fueron sus principales metas. En seis años de gobierno, millones de mexicanas y mexicanos fueron mejorando paulatinamente su standard de vida. “Los logros son concretos, medibles y evidentes”, aseguró la periodista mexicana Cecilia González. “Redujo la pobreza; contrarrestó la presión de la oposición con sus conferencias mañaneras, que le permitieron controlar la agenda del debate público; controló la inflación, por primera vez en un gobierno no hubo devaluación; las reservas son récord, y no es un presidente que se enriqueció con la corrupción, lo cual es inédito en México”.
Según la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI), después de 35 años estancado, el poder adquisitivo real, con AMLO, aumentó más del doble. El salario mínimo pegó un salto sideral: 120 por ciento por encima de la inflación, variable que se mantuvo (de 4,83 en diciembre 2018 a 4,99 en julio 2024) demostrando, por añadidura, que el argumento empresarial de que el aumento de salarios genera inflación es falso.
En cuanto a la pobreza, según el mandatario, en su gobierno “salieron de esa situación 100 mil mexicanos por mes”. “Que el Banco Mundial haya certificado que, de 2018 a 2023, sacamos a 9,5 millones de personas de la pobreza me tiene más que orgulloso. Pasamos de 34,3 millones a 24,7”, dijo el pasado 1º de septiembre.
No obstante, el modelo de López Obrador no detuvo la pobreza extrema. “Aunque redujo la pobreza, no pasó lo mismo con la indigencia, que incluso empeoró —dijo Cecilia González. En cambio, los más ricos multiplicaron sus fortunas, es decir que los más pobres siguieron siendo más pobres, y los más ricos, todavía más ricos.”
A pesar de su nombre, la Cuarta Transformación no hizo cambios estructurales: no subió el impuesto a los más ricos ni intervino en los planes del sector privado. El gobierno deja las cuentas fiscales sanas, mantuvo el equilibrio macroeconómico y logró que la inversión extranjera llegara a niveles récord. La moneda se fortaleció y el desempleo llegó al mínimo: “Casi pleno empleo”, se ufanó AMLO. Pero en derechos humanos, explicó la periodista mexicana, su política fue absolutamente decepcionante.
El caso de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, desparecidos hace en estos días justo 10 años, “se volvió el emblema de la manera en la que el presidente despreció a los familiares y a los colectivos de derechos humanos, lo que supuestamente no debería hacer un político de la izquierda democrática”, subrayó Cecilia González.
Los estudiantes fueron atacados y desaparecidos la noche del 26 de septiembre de 2014. El día en que cumplió una década de ese siniestro episodio, madres, padres y miles de personas se congregaron en el Zócalo de la capital mexicana para reclamar verdad y justicia. En este nuevo aniversario, los familiares volvieron a acusar a AMLO de “jugar una farsa”, es decir, fingir voluntad política para resolver el caso, pero sin hacer nada.
“Lo peor de su gestión fue la política de derechos humanos”, recalcó González. “Nunca reconoció ni atendió ni resolvió la crisis humanitaria; deja a un país con más de 100 mil desaparecidos, más de 72 mil cuerpos sin identificar, cientos de miles de personas asesinadas, desplazadas, amenazadas, y la decepción de los colectivos de derechos humanos. Es una de sus principales promesas incumplidas. También aseguró que terminaría con la militarización, pero ocurrió todo lo contrario, les dio a los militares más poder político y económico del que habían tenido en toda la historia.”
No obstante, con sus aciertos y sus errores, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), con apenas diez años de vida (fue fundado por AMLO en 2011 y se convirtió en partido político en 2014), hoy domina la escena política mexicana. Gobierna 24 de los 32 estados del país y la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, contará con una mayoría calificada en la Cámara de Diputados y con una mayoría muy cerca de ser absoluta en el Senado.
“Sheinbaum llega con todas las ventajas. Ganó con 60 por ciento de los votos, a una distancia de 30 puntos de su principal rival, y llega con mucho poder: con mayoría absoluta en el Congreso y con una reforma judicial que permitirá elegir el próximo año, por primera vez en la historia de México, a jueces y a los ministros de la Corte”, analizó González.
Uno de los grandes logros de este sexenio fue la aprobación, en el Congreso (revalidada por los Estados), de una profunda reforma democrática del Poder Judicial propuesta por AMLO. A pesar del boicot de Estados Unidos, de las transnacionales y de la poderosa élite judicial, la Suprema Corte y los jueces serán elegidos por el voto popular, a partir de 2025.
La primera presidenta mujer
Sheinbaum (61) también tiene una larga historia política. Se acercó al Partido de la Revolución Democrática (PRD), una rama izquierdista que se desprendió del histórico Partido de la Revolución Institucional (PRI), cuando el PRI giró del neoliberalismo, en los años 80. Luego, en 2000, cuando AMLO fue elegido alcalde de México, fue su secretaria de Medio Ambiente y acompañó al dirigente cuando dejó el PRD y creó MORENA. En 2018, Claudia ocupó el cargo de alcaldesa de la Ciudad de México.
Las expectativas respecto de su gobierno son enormes, sobre todo en lo vinculado018, Claudia ocupó el cargo de alcaldesa de a los derechos de género y el tema ambiental. El 2 de junio, cuando conoció la cifra abrumadora que la hicieron sucesora de AMLO, se refirió justamente a su condición de mujer. “No llego sola. Llegamos todas, con nuestras heroínas que nos dieron Patria, con nuestras ancestras, nuestras madres, nuestras hijas y nuestras nietas” y enumeró una serie de grandes mujeres mexicanas, encabezada por la gran erudita y escritora Sor Juana Inés de la Cruz, nacida en 1648.
Con la nueva presidenta, la Cuarta Transformación —las anteriores fueron la Independencia (1810-1821); la Reforma (1858-1872) y la Revolución de 1910— sigue su marcha. Sus consignas, refrendadas por Sheinbaum la noche de su triunfo, son: austeridad republicana, antineoliberalismo, disciplina fiscal y combate a la corrupción.
Entre América del Norte y América Latina
En política exterior, no se esperan modificaciones en la relación con Estados Unidos. Ningún gobierno —ni siquiera México, segunda economía más poderosa de Latinoamérica luego de la de Brasil— tiene la fuerza suficiente para enfrentar a un vecino que es, además, uno de los imperios más brutales de la historia de la humanidad. A Sheinbaum le tocará encarar, probablemente el 2026, la revisión del Tratado de Libre Comercio entre México, EE.UU. y Canadá (T-MEC) con Kamala Harris o Donald Trump.
En cuanto a América Latina y el Caribe, se espera que la nueva presidenta siga la línea de su antecesor de abandonar el encandilamiento neoliberal con el Norte y “mirar al Sur”, recuperando la histórica vocación latinoamericanista de México.
Nadie puede predecir cómo será la presidencia de Sheinbaum. Pero un gesto que ella adoptó, pocos días antes de asumir, perfila una mujer que está decidida a dar batalla y a enfrentar los desafíos. Como presidenta electa resolvió no invitar al rey Felipe VI de España a su asunción porque el monarca “lamentablemente no dio respuesta alguna de forma directa” a un pedido que AMLO realizara en más de una ocasión. En 2019, el presidente envió una carta solicitando al “reino de España que exprese de manera pública y oficial el reconocimiento a los agravios causados” a los pueblos originarios de México durante los años de la conquista.
La decisión de Sheinbaum provocó una airada respuesta de España y el presidente Pedro Sánchez tampoco estará el 1º de octubre en el acto de toma de posesión.
En un mundo convulsionado y en trasformación, México en América del Norte, la Colombia de Gustavo Petro y el Brasil de Lula en América del Sur, forman un triángulo de esperanza en la región. Será un honor que la primera mujer en presidir México sea quien consolide, con su energía, este momento histórico.