Balance del año que marcó el primer cuarto de un siglo donde todo parece acelerarse.
El cierre de este año completa no solo ese período calendario de doce meses, sino el primer cuarto exacto de siglo XXI. Varios de los acontecimientos sobresalientes de 2024 tuvieron que ver, por cierto, con el reacomodamiento tectónico —no en sentido geológico, sino geopolítico y geoeconómico— del orden mundial en lo que va de la centuria, bien avanzada ya. Insistimos: nada menos que una cuarta parte de ella ya se esfumó a toda velocidad, ese rasgo central de este tiempo que nos advertía Paul Virilio. El siglo XX atroz en muchos casos, pero también de revoluciones heroicas y de bienes públicos ensanchados, cada vez queda más lejano en la memoria, en especial entre los millennials.

“Acontecimientos” del año 2024… Muchos historiadores y filósofos reflexionaron sobre esa palabra. Uno de ellos, el francés Fernand Braudel, la describía como la mousse (la espuma) de la historia. A ellos nos referiremos aquí, en una síntesis anual posible.
Para editorializar con arte, invitamos a Tektónikos al muralista y maestro de muralismo Marcelo Carpita a hacerse cargo de un collage que reflejara lo que nos pasó, o hicimos que nos pase, en el mundo a lo largo del año que se va. Acostumbrado a embellecer grandes muros en diversos países del mundo, Marcelo debió acotarse al tamaño de un sitio digital. ¡Vaya tarea, y qué bien quedó! Gracias y perdón.
Con arbitrio, aunque es muy posible que haya consenso en la mayoría de los temas tratados, elegimos aconteceres que marcaron el pulso más intenso del año, o aquellos que ofrecen tonos cromáticos —para seguir con el collage— al tiempo que vivimos.
Por fuerza e impacto de los hechos, el “mapa” necesita arrancar con los sucesos (guerras, conflictos, matanzas, desplazamientos humanos) que se dieron en esa suerte de triángulo neurálgico del planeta, cuna de grandes civilizaciones de la historia, que se forma entre el noreste africano y el centro euroasiático. Es una zona a la cual le impusieron, de prepo, el nombre “Medio Oriente”, aunque esa definición decidida por Occidente ha sido cuestionada, por ejemplo, por colaboradores de Tektónicos como Gabriel Merino, quien propone, en su reemplazo, el término Afro-Eurasia. Es un área, obviamente, donde si hace miles de años Cartago (Túnez) preveía el cereal al Alto Imperio Romano, hoy distintos yacimientos de monarquías autoritarias jamás cuestionadas por su falta de “democracia” o respeto a derechos humanos proveen la mayor parte del petróleo al desarrollo capitalista, aunque a esta altura el oro negro ya está en un punto intermedio entre haber dejado de ser el factor determinante de los conflictos y, todavía, representar una causa relevante de la maquinaria económica, en tránsito a lo digital y a las energías alternativas. Justamente, la apertura de varios países productores de crudo de la zona al comercio hidrocarburífero con China y con Rusia en otra moneda que no sea el dólar es una razón de peso en la reconfiguración global en curso, en este caso disputas monetarias, otra clave central.
En ese territorio, la ofensiva genocida de Israel en la palestina Franja de Gaza luego de la atroz matanza de Hamas en un kibutz israelí en octubre de 2023, que dio lugar a un espectacular expansionismo sionista (ver en nuestro portal las notas al respecto de Eduardo J. Vior y Telma Luzzani), se enmarca en un proceso que atravesó todo este año, que no culmina todavía y que por ahora llega hasta la reciente caída del gobierno de Siria encabezado por Bashar al Assad, tras medio siglo de dominio de su grupo político. En el medio, quedaron los enfrentamientos entre Israel y su aliado/sostén Estados Unidos no solo contra Hamas, con una cantidad indecible de palestinos muertos, en especial mujeres y niñxs, sino contra Hezbollah (con enormes daños a las estructuras de ambas organizaciones), Líbano, los hutíes de Yemen, Siria e Irán, que al cierre de 2024 siguen abiertos, con Israel consolidando su ocupación ilegal de Gaza, Cisjordania, el Golán y otros territorios de Líbano y Siria como un gendarme que amplía su base para controlar espacios estratégicos y ricos en energía petrolera.
Esa mancha en el mapa puede extenderse, atravesando no por casualidad Turquía, otro de los jugadores clave en el rearmado (ver artículo de Alberto López Girondo), hasta el sur de Rusia y el conflicto especialmente contra la OTAN en Ucrania, pero también con ramificaciones como en Georgia. En esa guerra, ha analizado Jorge Wozniak, no han faltado amenazas nucleares ni bombardeos por los beneficiarios de las armas a las iniciativas de paz, que el artista invitado descubre entre mamushkas, ni tampoco la expansión del miedo (nos dice Francisco de Zárate desde España), entre otras consecuencias materiales, migratorias y simbólicas que aceleraron el deterioro de la Unión Europea, abrazada patéticamente como está al designio de EE.UU., como expresara la experta italiana Francesca Staiano en una entrevista con Gustavo Ng.
La caída del gobierno sirio, en este diciembre, llevó a analistas internacionales de los medios hegemónicos a definir prematuramente una victoria del Norte global. El cuadro, como han advertido otros especialistas que no caen en la propaganda triunfal del bloque liderado por los angloestadounidenses, es mucho más complejo, sin desconocer el golpe asestado a quienes forman parte del eje de resistencia: grupos chiítas cuyo gran garante es Irán que hoy luce, en principio, más debilitado.
Trump x 2
Antes de irse a casa, la administración de Joe Biden en EE.UU. dejó en todas esas arenas un suelo bien minado al sucesor Donald Trump. El holgado triunfo electoral del magnate del Partido Republicano fue otro hito del año. No solo volvió a dejar en evidencia las fracturas intensas que tiene el tejido social, cultural y nacional de la mayor potencia militar y económica, aunque en declive, del mundo, sino que abre interrogantes muy profundos por el tipo de liderazgo disruptivo de Trump. Uno que recoge líneas tradicionales de una parte importante de la dirigencia política imperial como el proteccionismo (para sí), el unilateralismo y el aislacionismo, pero con aditamentos propios de un siglo XXI dominado por paradigmas, tecnologías y dispositivos institucionales en crisis muy diferentes a los que regían cuando aquellos tres pilares fueron la base de decisiones como la Doctrina de Monroe de 1823 o el rechazo a la Sociedad de las Naciones en 1920. Sugerimos al respecto la lectura de Leandro Morgenfeld.
Trump (en el dibujo, montado con toda su furia y con un tridente de Ucrania, la codicia empujando) ha dicho que quiere acabar con la guerra allí y es, entre muchas otras cosas, expresión de las nuevas extremas derechas que, gobiernen o no, parecen crecer en algunos países de Europa (Francia, Alemania, Bélgica, Austria, Países Bajos e Italia) y de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, El Salvador). No crecen con la fuerza o mucho menos la masividad que la propaganda que manejan sus indudables habilidades comunicacionales le otorgan, pero al menos en algunas zonas de Occidente tienen cierto éxito para librar su “batalla cultural” —pero ningún éxito palpable en lo económico, salvo para el pequeño grupo que las financia—, dentro de un escenario en el cual destaca, por ser un experimento extremo, o un “laboratorio a toda velocidad” (Martín Piqué dixit), el argentino Javier Milei.
La alternativa
Hubo, frente a estos acontecimientos, otros sucesos apuntando a la paz y a los acuerdos. Los países que formaron los BRICS, y que este 2024 convocaron a ampliarse con nuevas membresías entre países importantes del Sur Global, casi todos grandes poseedores de recursos naturales y de posiciones geoestratégicas muy valiosas, han dado pasos prudentes, cautelosos, pero también con firmeza, hacia un mundo multipolar, cooperativo y de diálogo. Procuran un planeta donde se respete la diversidad, que no se someta más al colonialismo ni al imperialismo, que integre otro orden financiero y económico más equilibrado y sin imposiciones. Y van elaborando propuesta e iniciativas específicas al respecto. Desde oriente, nos dice Carpita, empujan en esa dirección el dragón de China, el animal magnánimo de su bestiario y su horóscopo, y el elefante de la India, que para los hindúes abre caminos y destruye obstáculos.
En ese Sur Global, término que aparentemente va logrando imponerse y que desentraña Eric Calcagno, pese al ataque que le prodigan los poderosos o los incautos, China puede parecer un primus inter pares, pero cada vez más asoman el empuje y el vigor dormidos de África. En este sitio, Marisa Pineau detalló su potente demografía y sus relaciones tanto con China como con Brasil, un eje en diagonal que cruza la Tierra y donde a futuro se jugará gran parte de la seguridad agroalimentaria de la humanidad. Hablamos de un continente donde varios de sus pueblos se decidieron a romper al fin, en todo lo que puedan, lo que resta de su pasado sometido al pillaje de las potencias colonialistas, en particular Francia.
El sur de Asia, el tensionado Indo-Pacífico, el Asia oriental y el cerco que, igual que a Rusia, se le tiende a China para frenar su arrollador crecimiento económico y tecnológico han sido temas abordados en numerosas notas y desde diversas complejidades por Lía Rodríguez de la Vega en torno a la India y sus alrededores, o por Sebastián Schulz, Ng y el autor de este balance más relacionadas con el rol de la República Popular China. Ciertamente, se trata de toda una región llamada a protagonizar muchos más “acontecimientos” en el siglo XXI, corrido como está el eje del poder mundial desde el Atlántico hacia el Pacífico luego de cinco siglos de hegemonía occidental, hoy resquebrajada.
La encrucijada latinoamericana
Finalmente, en Nuestra América —igual que África, otro reservorio fundamental de recursos como la biodiversidad, el agua dulce, los agroalimentos, la energía y los minerales— se libra otra disputa entre la soberanía y el saqueo, entre la posibilidad del desarrollo y la perpetuación de la pobreza y la desigualdad.
La contracara del aislacionismo global de EE.UU. es un pretendido mayor control del “patio trasero” que para el país norteamericano representa la región.
La articulación Latinoamérica con el Pacífico tuvo este año, pese a tanta presión en contra que sopló del Norte, un hito en la apertura del Puerto de Chancay en Perú, que a futuro debería articular mejor, junto con otras obras ya hechas o en marcha, no solo al Perú, sino también a sus países vecinos, con Asia oriental, ojalá sin quedarse en el extractivismo/exportación, sino aprovechando también esa y otras infraestructuras para la integración y desarrollo autóctonos. Los diálogos civilizatorios asia-latinoamericanos, también presentes en el collage, tendrían mucho para aportar si la idea no es únicamente ganar velocidad comercial y alimentar un ciclo productivo que bien podría aminorar su marcha en favor del tan lastimado medio ambiente.
Hay gobiernos que empujan en la dirección que deseamos, como ha escrito Telma Luzzani para el México de Claudia Sheinbaum recién estrenado, o Javier Vadell para el Brasil liderado por ese viejo lobo de mar que es Luiz Inácio Lula Da Silva, o como son los de Colombia, Venezuela, desde luego Cuba y otras experiencias soberanistas, aun en medio de sus contradicciones, polémicas y dificultades. Pero el continente no logra, ni mucho menos, avanzar en su integración o en el destierro de los mecanismos criminales del neoliberalismo que la llevaron a su estancamiento de tantos años ya, con lo cual, sin “romper el poder vigente, las nuevas fuerzas solo maquillan la realidad”, ha escrito Carlos Raimundi.
Para leer mejor cada una de estas y otras cuestiones, Tektónikos incluyó en este 2024, su primer año, entrevistas a Yanis Varoufakis, Boaventura de Sousa Santos, Jorge Taiana, Gianni Tognoni, Walden Bello, José Escudero, Leo Gabriel, Xulio Ríos, Xu Shicheng, entre otros, quienes hablaron de los nuevos señores tecnofeudales, de salud pública, del mecanismo de las deudas externas, de los miedos a la guerra y de la importancia renovada de los mares, entre varias temáticas más . Y contó, además de su staff fijo, con colaboraciones especiales de académicos y periodistas que enriquecieron el sitio con sus aportes.
Durante el año que fenece hubo recambios presidenciales y de gobiernos en decenas de países, con giros y continuidades; hubo descolonización en zonas de África y en las islas Chagos a la República de Mauricio (que no en Malvinas); cada vez está más caliente, y no solo por el cambio climático, la temperatura política en Antártida y el Atlántico sur, como nos ilustraron Marcelo Brignoni y Guillermo Carmona; también en el Ártico y las nuevas “rutas de la seda” del siglo XXI; hubo fiesta en los JJOO de París, pese a todo; hubo sequías e incendios records en Sudamérica, con epicentro en Brasil y Bolivia (que a su vez atraviesa una crisis política penosa en el partido de gobierno que había logrado transformar al país como nunca en 500 años, como explicaron aquí Ariel Basteiro y Fabián Restivo) e inundaciones mortíferas en España; se puso en el tapete, ciertamente sin cambiar demasiado, pero está en la agenda, el rol de los ultra millonarios y el poder incontrolable de las redes sociales o la IA, por encima de las capacidades de los Estados para regular las comunicaciones y la tecnología…. Todos temas que seguirán en desarrollo en 2025 y en los años por venir.
Entre tanto, las placas del subsuelo no dejan de moverse. ¿Acaso alguna vez estuvieron quietas?