El BRICS Plus: la gran desconexión global y los desafíos de una nueva gobernanza mundial

En Kazán, el grupo síntesis del Sur Global buscará afirmarse en opción a una hegemonía caduca

Un informe del banco de inversiones Goldman Sachs de 2001 popularizó el acrónimo BRIC al destacar la gran oportunidad de negocios financieros que los mercados emergentes como Brasil, Rusia, India y China ofrecían. Después de la crisis financiera de 2008, este grupo de países emergentes y reemergentes decidieron realizar una cumbre en Ekaterimburgo, Rusia, trazando los contornos de una nueva formación geopolítica.

La primera ampliación se produjo cuando Sudáfrica fue invitada por China a unirse para formar el BRICS en 2010. A partir de ese acontecimiento se populariza la sigla incluyendo la “S” del socio africano. El proceso de expansión alcanzó su ápice en la cumbre de Johannesburgo en 2023, cuando el grupo de los cinco miembros invitó a una serie de naciones del Sur Global incluyendo varias potencias medias y regionales a integrarse. Estos países fueron: Arabia Saudita, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán. 

En 2024, más de 30 países entre ellos Turquía (que es miembro de la OTAN), Indonesia, Tailandia, Bangladesh, Malasia, Argelia, Siria, Colombia, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba, Sri Lanka y Serbia manifestaron explícitamente su intención de acoplarse al ahora llamado BRICS Plus o BRICS+. Se espera que, en la próxima cumbre a celebrarse en Kazán, Rusia, entre los días 22 al 24 de octubre de 2024, se incorporen varios países miembros a la formación política.

Algunos analistas interpretan a los BRICS como un club de tertulias, basándose en algunas características que condicionarían una mayor cooperación entre los miembros: la diversidad de intereses entre ellos, la falta de una estructura organizativa formal, los conflictos históricos entre algunos miembros y los problemas de acción colectiva en el proceso de toma de decisiones. 

No obstante, a pesar de estos aspectos destacados, algunas preguntas se suscitan: ¿qué motiva a un número cada vez mayor de países del Sur Global y potencias medias a expresar un gran interés en unirse a este “club”? ¿Cuáles son los elementos de atracción que hacen del BRICS Plus una institución tan seductora? Para intentar responder a estas cuestiones, debemos ir más allá de los aspectos coyunturales y llevar en consideración los grandes movimientos de placas tectónicas geopolíticas y geoeconómicas. 

Desde la crisis financiera mundial de 2008, la jerarquía de la economía mundial y la gobernanza global instituida en el orden económico liberal liderado por Estados Unidos atraviesan una crisis sistémica. Parafraseando al historiador Adam Tooze, podríamos hablar de una policrisis de la globalización neoliberal, es decir, múltiples crisis que ocurren de una manera asincrónica. Esta policrisis abarca varias dimensiones: una crisis económica del sistema mundo capitalista basada en las características de parasitismo rentista de la globalización neoliberal, que muestra señales de agotamiento; imposibilidad de este modelo de promover asistencia para el desarrollo hacia las naciones del Sur Global, como lo alertara el economista chino Justin Yifu Lin; una crisis geopolítica, derivada de la anterior que evidencia movimientos de insubordinación en el Sur Global; una crisis de funcionalidad, marcada por el fracaso de las instituciones internacionales tradicionales en las más diversas y variadas agendas; una crisis ecológica y una crisis de legitimidad y de autoridad, que se refleja en la pérdida de la confianza frente al “orden liberal” en general y la hegemonía estadounidense en particular.

El BRICS plus y la desconexión

Esta policrisis es el telón de fondo de un caos sistémico, pero al mismo tiempo una oportunidad que acelera los tiempos de una gran desconexión global de la jerarquía del sistema mundo capitalista, bajo hegemonía de los Estados Unidos. Nos referimos a lo que Samir Amin anticipó en la década de 1980 como el clivaje fundamental para la consolidación de un sistema policéntrico. 

Sin embargo, el fin de la guerra fría fortaleció una tendencia contraria, es decir, hacia la homogeneización del sistema mundo capitalista como producto de la expansión de la globalización neoliberal. El “momento” unipolar de los Estados Unidos se imponía basado en el poder de la moneda (dólar), del capital financiero y su inmenso poder militar.  

Pero esta respuesta hegemónica sufre desafíos después de dos décadas. Desde la crisis económica de 2008 observamos una tendencia de contramovimiento global donde el liderazgo de la República Popular de China se hace cada vez más evidente, en un escenario donde el gran actor asiático se tornó en un verdadero rule maker global.

En nuestros días, las condiciones estructurales para la aceleración de la desconexión que no es sinónimo ni de autarquía ni de desglobalización están dadas. La desconexión no es un estado de situación acabado, sino un síntoma de un proceso transicional en el caos sistémico. 

Siendo fieles a Amin, desconexión no significa la renuncia por completo a cualquier relación con el exterior, sino de someter las relaciones externas a la lógica de un desarrollo interno independiente de ellas. En consecuencia, cada vez son más los países de la periferia y la semiperiferia que intentan romper los lazos de explotación y espoliación con el capital financiero mundial, asociada a elites locales, y tratan de alinear sus relaciones exteriores con sus necesidades de desarrollo doméstico. 

Como resultado de ello, el BRICS plus se presenta como el instrumento geopolítico para promover las desconexiones particulares, con sus variadas contradicciones. Este proceso envuelve a todas las regiones periféricas y semiperiféricas del sistema mundo capitalista, con gran influencia y liderazgo político de China, que por cierto fue el país que lanzó la iniciativa de ampliar los BRICS en la cumbre de Xiamen en 2017 y mantuvo su política externa de democratización del grupo en todas las cumbres. En síntesis, la desconexión representa la expresión y la aspiración del Sur Global a una forma alternativa de globalización que permita un mayor margen de maniobra para promover los desarrollos naciones autónomos.

El BRICS ha evolucionado más allá de ser una mera coalición de países emergentes que buscan una mayor participación. El BRICS Plus significa una transformación cualitativa y no meramente cuantitativa surgiendo como una fuerza geopolítica centrípeta en esta nueva era de transformaciones estructurales.

La atracción del BRICS plus

A la luz del contexto descrito, varios factores clave contribuyen para la expansión del BRICS Plus tornándola en un polo de atracción para los países del Sur Global. Estos factores están atravesados por el lento proceso de declinación de los Estados Unidos y su gradual pérdida de credibilidad internacional en diversos planos.

Factor geopolítico: muchos países, incluidos aliados de los Estados Unidos como Arabia Saudita (en relación con el petróleo) y Turquía (en materia de seguridad) han perdido la confianza en el liderazgo estadounidense. Estas naciones han llegado a reconocer la incapacidad de Estados Unidos en ofrecer bienes públicos internacionales como lo fue en el período de la posguerra con sus aliados a partir de 1945.

Factor financiero internacional: la utilización del dólar estadounidense como un arma (weaponization) contra sus adversarios y la aplicación de sanciones económicas indiscriminadamente está erosionando la confianza del sistema monetario internacional y está impulsando un embrionario proceso de desdolarización. El impacto a largo plazo de esta tendencia podría conducir a un sistema financiero mundial más multicéntrico. Este cambio podría allanar el camino hacia un nuevo orden económico internacional que incluya mecanismos monetarios alternativos para medios de pago, unidades de valor y reservas de valor, además del fortalecimiento de instituciones como el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, el banco de los BRICS) y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras (AIIB).

Factor cultural y civilizatorio: el BRICS Plus promueve un nuevo tipo de globalización inclusiva que reconoce la diversidad cultural y de civilizaciones frente al universalismo eurocéntrico promovido por el Occidente geopolítico. Este enfoque se basa en un marco común de valores, como la soberanía, la coexistencia pacífica y la no intervención en los asuntos internos, reflejados en el “espíritu” de la Conferencia de Bandung de 1955. 

La Gobernanza mundial: el BRICS Plus pretende promover un conjunto alternativo de normas y valores que desafían el actual orden mundial dominado por Occidente. El principal objetivo es consolidar un sistema multipolar y democratizar las relaciones internacionales. En este contexto, las economías emergentes y los países del Sur Global tendrían una mayor influencia en la economía global y en la gobernanza mundial. 

Esta expectativa está en consonancia con los objetivos más amplios del grupo que es reequilibrar el orden económico y político mundial en favor de las naciones en desarrollo, marginalizadas en las instituciones internacionales existentes el orden liberal basado en reglas dominadas por Occidente.

Perspectivas para una gobernanza mundial multicéntrica

La importancia del BRICS Plus debe entenderse por su contribución a la propuesta de un nuevo modelo de gobernanza mundial frente a la policrisis asincrónica actual. Este modelo deberá nacer del proceso de desconexión en curso en el que la gobernanza de los asuntos mundiales deberá ser más compartida y colaborativa entre varias potencias y entre ellas y el Sur Global, en lugar de estar dominada por una única superpotencia o un pequeño grupo de naciones occidentales. 

En primer lugar, la gobernanza mundial actual indica que la globalización neoliberal está en proceso de mutación. Su superación dependerá de cómo los países lidiarán frente a una economía mundial cuyo nuevo centro dinámico se localiza en Asia e incluye variedades de sistemas económicos alternativos no subordinados, pero si conectados, al modelo respaldado por las doctrinas neoliberales occidentales.

En segundo lugar, una renovada gobernanza mundial producto de la desconexión global deberá significar la transición del dominio hegemónico occidental liderado por EE.UU. a otro en el que ningún hegemón o bloque hegemónico (Occidente geopolítico) definirá las normas y valores mundiales imperantes de manera autocrática. 

Estas transformaciones crearán oportunidades para acomodar e incluir estrategias y políticas de desarrollo alternativas. También, abre la posibilidad para ensayar diferentes perspectivas sobre los mecanismos, normas y valores que impulsan el desarrollo y el crecimiento de las naciones. 

En tercer lugar, las doctrinas occidentales deberán flexibilizarse, ser menos rígidas, menos impositivas y eurocéntricas en relación con los derechos de propiedad, las concepciones sobre lo que es crecimiento económico, las nociones de Estado de derecho, la idea de economía de mercado, la circulación de divisas, los órdenes económicos, la concepción de modernización, las formas de democracia, derechos humanos y la idea de desarrollo.

En cuarto lugar, las economías emergentes aceleran una transición en el orden internacional actual buscando un mayor equilibrio de poder en las instituciones de la gobernanza mundial, proceso que coloca en jaque el eje tradicional Norte-Sur y las distinciones convencionales de centro-periferia.

En quinto lugar, una nueva gobernanza mundial deberá ser construida a partir de una realidad compleja, generada por las contradicciones de la globalización en curso. Es decir, una estructura económica mundial que se caracterice por una interconexión e interdependencia en transformación que, al mismo tiempo, genere las condiciones de un proceso de desconexión que modifique la jerarquía en la estratificación internacional. 

Ese poder transformador de las economías emergentes está desempeñando un rol significativo en la división mundial del trabajo, en las cadenas de suministro, en las cadenas de valor y en las finanzas globales, influyendo tanto en el Norte Global como en el Sur Global con diversas oportunidades y retos. 

En conclusión, a pesar de las diversas limitaciones señaladas por sus críticos, el BRICS Plus ha surgido como la fuerza transformadora centrípeta que constituirá un nuevo polo de poder en el escenario geopolítico y económico mundial.

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