Israel busca ocultar su fracaso expandiendo la guerra

Tras la masacre en Gaza, quiere forzar a EE.UU. a seguirlo en una contienda contra Irán.

Mientras continúa impertérrito el genocidio contra el pueblo palestino en Gaza, sin haber alcanzado objetivo político alguno, el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu apuesta a ganar tiempo ampliando la guerra, hasta convertirla en una contienda regional generalizada. Lo alienta la esperanza de que un triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre dé a quien ve como un aliado incondicional los botones del mando en Washington. Si lo lograra, supone, se salvaría de ir a la cárcel, eludiría toda sanción por la irrupción de la Resistencia Palestina el pasado 7 de octubre, escaparía al juicio de la Corte Penal Internacional (CPI) por los crímenes de lesa humanidad que Israel comete día a día no sólo en Gaza, acabaría con los restos de democracia en su país y absorbería Cisjordania y la Franja, ésta última ya despoblada. Este cálculo de la lechera, empero, desconoce demasiados factores internos y externos que pueden arruinar el plan del primer ministro y hundir a Israel con él.

Los asesinatos del segundo líder de Hezbolá, Fuad Shukr, en Beirut, primero, y del jefe del Consejo Político de Hamás, Ismail Haniya, en Teherán, luego, corrieron los límites del conflicto de Asia Occidental. Han detonado toda posibilidad de negociación sobre Gaza entre Israel y la Resistencia Palestina, pusieron en peligro la existencia de Líbano y amenazaron la estabilidad de Irán al mostrar la vulnerabilidad de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC, por su nombre en inglés). Además, dejaron en claro que el enfrentamiento entre Israel y el eje de la Resistencia es a vida o muerte, sin negociación posible. Planteado este desafío existencial, la República Islámica tendrá que responder. La pregunta es dónde, cuándo y cómo.

Ismail Haniya fue enterrado la semana pasada en la capital de Qatar, Doha. Ese mismo día, el canciller interino de Irán, Ali Baqeri Kani, avisó que su país ejercerá su derecho a castigar a Israel por sus atentados personales contra los jefes enemigos. Baqeri Kani hizo la advertencia en una conversación telefónica con Josep Borrell, jefe saliente de Política Exterior de la Unión Europea (UE). Al mismo tiempo, en una carta al Consejo de Seguridad de la ONU, Teherán comunicó que “autorizaremos una Operación Militar Especial contra el enemigo”.

Ismail Haniya, quien había sido invitado a la toma de posesión del nuevo presidente de Irán, Masud Pezeshkian, fue asesinado junto con su guardaespaldas en la residencia de huéspedes en Teherán. Una versión indica que fue con un explosivo colocado en su habitación por agentes reclutados por el Mossad en mayo pasado. Así lo informaron medios israelíes este sábado. Otra hipóstesis es la de un proyectil.

Por su parte, tras el asesinato de Fuad Shukr durante un ataque aéreo perpetrado también la semana pasada por Israel en un suburbio de Beirut, que dejó al menos cinco civiles muertos y varios heridos, el movimiento chií libanés Hezbolá dejó entrever que podría atacar “objetivos más amplios y profundos” dentro de Israel, según reveló un portavoz de la misión permanente de Irán ante las Naciones Unidas a CBS News. “Hasta ahora, explicó dicha fuente, Hezbolá e Israel se han ceñido en sus operaciones militares a zonas fronterizas y poco profundas, apuntando principalmente a objetivos militares”. “Sin embargo, continuó, el mencionado ataque sionista supuso una desviación de estos límites”. “Prevemos que ahora Hezbolá elegirá objetivos más amplios y más profundos y no se limitará únicamente a objetivos y medios militares”, añadió.

La tensión entre Tel Aviv y el movimiento libanés se encuentra en su máximo nivel tras el ataque con cohetes que unos días antes había matado a doce menores drusos de nacionalidad siria en un campo de fútbol de la localidad de Majdal Shams, en los ocupados Altos del Golán. Hezbolá negó categóricamente su responsabilidad en el acto.

Entre tanto, en una conversación telefónica el presidente Biden exigió al primer ministro israelí Benyamin Netanyahu que moderara su conducta y concluyera inmediatamente un acuerdo de rehenes y alto el fuego en Gaza, reportó la agencia Axios. No obstante, el Pentágono informó que desplegará más aviones de combate y buques de guerra en el Mediterráneo Oriental. Biden y sus asesores están consternados por los efectos posibles de los asesinatos en Beirut y Teherán. En su llamada Biden también advirtió a Netanyahu que, si vuelve a escalar, deberá prescindir de la ayuda estadounidense. El primer ministro israelí, empero, especula con poder presentar eventuales reacciones del Eje de la Resistencia como agresiones y así obtener el respaldo de Washington.

El Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), teniente general Herzi Halevi, afirmó luego que Israel está “dispuesto a llegar lejos” para atacar a quienes lo perjudican. Para ratificarlo, el viernes aviones israelíes bombardearon zonas pobladas en Gaza y Cisjordania. Ni lerda ni perezosa, la resistencia gazatí respondió bombardeando con docenas de misiles los asentamientos circundantes a la Franja. 

A la par, por un lado las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa y las Brigadas Ansar, ala militar del Movimiento Ahrar palestino, y por otro las fuerzas del mártir Omar Al-Qasim, ala militar del Frente Democrático para la Liberación de Palestina atacaron posiciones israelíes, entre otras acciones militres. Es evidente que, tras diez meses de invasión y la muerte de cerca de 50 mil gazatíes, Israel ha fracasado en su objetivo de eliminar a la Resistencia Palestina, que ha soportado los duros golpes de las FDI y sigue dando pelea. 

Ningún país puede soportar una guerra prolongada si su población no está unida, e Israel parece estar irremisiblemente fracturado. Los acontecimientos de los últimos días representan un nuevo nadir en el frente interno. Para muchos israelíes, las violentas irrupciones de manifestantes en dos bases militares, con la participación activa de miembros clave de la coalición gobernante y la casi total indiferencia de Netanyahu, desatan una preocupación y una tristeza que no se experimentaban aquí desde que Hamás se alzó con la victoria en Gaza.

El primer ministro está cada vez más solo e intolerante ante todo tipo de disidencia. Fuentes próximas a Netanyahu han declarado que el despido del ministro de Defensa Yoav Gallant “no es una cuestión de si se producirá, sino de cuándo”, dijo un reportaje televisivo. Tal Shalev, reportera de Walla News, informó en el principal noticiario nocturno de la cadena pública Kan que Netanyahu había planeado dimitir a Gallant cuando regresara de su visita a Estados Unidos, pero el despido se vio retrasado por la masacre de los niños drusos en Majdal Shams y los asesinatos   en Beirut y Teherán. Acto seguido, el primer ministro planearía echar también al jefe del Estado Mayor de las FDI, Herzi Halevi, y al jefe del Shin Bet, Ronen Bar, para eliminar toda oposición a la forma en que está llevando las negociaciones sobre los rehenes secuestrados el 7 de octubre y las acusaciones de estos críticos de que está arriesgando un acuerdo.

Un reciente informe televisivo independiente afirmó que los jefes de seguridad israelíes habían instado a Netanyahu en una reunión de alto nivel celebrada el miércoles por la noche a que aproveche el impulso proporcionado por los ataques contra los jefes de Hezbolá y Hamás. para llegar a un acuerdo de alto el fuego con Hamás. El Canal 12 informó que el jefe del Mossad, David Barnea dijo en la reunión que había un acuerdo listo y que Israel debía aceptarlo. Queda claro, entonces, quién boicotea el cese de hostilidades.

Reflejando en buena medida el pensamiento del primer ministro, David Weinberg lo formuló del siguiente modo en una columna de opinión en el Jerusalem Post: “Lo peor posible es que arraigue en Teherán y/o en todo el mundo la percepción de que Israel “está atascado”, que no avance, en aplastar a Hamás en Gaza, en enfrentarse a Hezbolá en el Líbano, en suprimir las células terroristas en Judea y Samaria, en atacar los emplazamientos del CGRI en Siria y en sabotear las instalaciones nucleares de Irán.” Significativamente, la columna lleva el título “Un cambio de estrategia: Cómo los recientes ataques de Israel marcan su emancipación militar”. La idea es que Occidente (sobre todo EE.UU.) está trabado por sus conflictos internos y que Israel no debe dejarse condicionar por los mismos. Si fija un objetivo, debe alcanzarlo y, si sus aliados lo siguen, mejor. Si no, no importa.

En realidad, los líderes y los medios occidentales no deberían sorprenderse. La entusiasta acogida que la inmensa mayoría de la elite política norteamericana —incluidos ambos candidatos mayoritarios a la presidencia— brindó a Netanyahu durante su visita de julio en Washington auguró ya el fracaso de las negociaciones para la paz en Gaza y la continuación del genocidio contra la población palestina. Las manifestaciones antiisraelíes de los últimos meses no bastaron y ninguno de los dos partidos quiere arriesgar los cuantiosos fondos que aporta el lobby sionista. 

La irrupción china y el cambio de escenario

El acontecimiento que urgió al gobierno israelí a tomar la iniciativa sin esperar a los estadounidenses fue la irrupción de China en el conflicto palestino-israelí. Bajo el auspicio del ministro de su canciller, el lunes 22 catorce organizaciones de la Resistencia Palestina, incluidas las archienemigas Fatah y Hamás, firmaron en Beijing un acuerdo de unidad. Wang Yi calificó la suscripción del acuerdo como “un momento importante e histórico en la causa de la liberación de Palestina” y destacó que se trata de “un paso importante para promover la resolución de la cuestión palestina y lograr la paz y la estabilidad en Oriente Medio”. “China espera sinceramente que las facciones palestinas logren el establecimiento del Estado palestino independiente lo antes posible sobre la base de la reconciliación interna, y está dispuesta a fortalecer la comunicación y la coordinación con las partes pertinentes para realizar esfuerzos conjuntos para implementar la Declaración de Beijing alcanzada hoy”, agregó.

El acuerdo prevé lograr la unidad nacional en el seno de la OLP y crear un Estado palestino independiente con Jerusalén como capital, de acuerdo con las resoluciones de la ONU y el derecho al retorno contemplado en la resolución 194. El documento incluye el derecho del pueblo palestino a resistir a la ocupación y a acabar con ella de acuerdo con el derecho internacional y la Carta de la ONU. Se formará un gobierno temporal de unidad nacional por decreto del presidente Mahmoud Abbas. Este gobierno unificará las instituciones palestinas, reconstruirá Gaza y preparará elecciones generales supervisadas por la Comisión Electoral Central.

Los firmantes convinieron unir esfuerzos para hacer frente a la agresión sionista y detener el genocidio respaldado por EE.UU., resistir los intentos de desplazar al pueblo palestino, forzando el fin de la ocupación de Gaza y otros territorios ocupados. Además, apoyan el dictamen de la Corte Internacional de Justicia sobre la ilegitimidad de la ocupación y los asentamientos israelíes y la necesidad de su retirada inmediata. Asimismo se proponen la aplicación de los acuerdos de reconciliación anteriores (El Cairo 2011, Argelia 2022) con la ayuda de Egipto, Argelia, China y Rusia. 

Como objetivo inmediato, los firmantes se comprometen a romper el asedio a Gaza y Cisjordania y proporcionar ayuda humanitaria y médica sin restricciones, a apoyar la heroica resistencia del pueblo palestino y reconstruir lo destruido por la ocupación, ayudando a las familias de los mártires y heridos. También anunciaron que enfrentarán las conspiraciones y violaciones en curso contra la mezquita de Al-Aqsa y resistirán los daños causados a los lugares sagrados de Jerusalén. Tampoco faltó el compromiso de honrar a los mártires palestinos y apoyar a los presos en cárceles israelíes, dando prioridad a los esfuerzos por su liberación. 

Finalmente, se decidió establecer un mecanismo colectivo de seguimiento de los puntos acordados con un calendario de aplicación definido.

El acuerdo intrapalestino se inserta dentro del tejido que China viene urdiendo para traer la paz y la estabilidad a Asia Occidental. Tras el acuerdo entre Irán, Arabia Saudita y los Emiratos, el ingreso de Irán, Arabia Saudita, Emiratos y Egipto a BRICS, el Acuerdo de Cooperación Estratégica Integral entre China e Irán y la firme alianza ruso-china, sólo Israel, entre los actores importantes de la región, ha quedado fuera de juego. Ahora, la unidad de los palestinos se realiza dentro de esa misma red. Nuevamente Israel ha quedado afuera.

Netanyahu ha desprendido a Israel de toda red de protección internacional y confía exclusivamente en su capacidad de crear hechos consumados, esperando que, mágicamente, un futuro presidente Trump lo saque del embrollo.  No tiene en cuenta, empero, el cambio producido en la relación de fuerzas en su región: EE.UU. ya no es el árbitro y su capacidad de intervenir a favor de Israel está condicionada por los intereses de sus poderosos aliados regionales (Arabia Saudita, Egipto, Emiratos, Turquía). Además, el bombardeo iraní de abril pasado ha demostrado la vulnerabilidad de la defensa antiaérea israelí. La fractura de la propia sociedad, el cansancio y la crisis económica tras diez meses de guerra hacen asimismo difícil que el Estado sionista pueda sostener una guerra en varios frentes a la vez. Y, finalmente, suponiendo que en enero  de 2025 Trump asuma la presidencia de su país, ¿quién garantiza a Bibi que su socio de otrora no prefiera concentrarse en resolver los acuciantes problemas internos de su patria, antes de meterse a guerrear en una geografía tan distante y adversa?

La cuenta de la lechera de Benyamin Netanyahu puede derramar el cántaro de la más horrible guerra sobre las cabezas de su pueblo.

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