El oro que repartió París puede leerse en clave de países que emergen y otros que reculan.
Las medallas de los Juegos Olímpicos París 2024 pueden ser un buen indicador para tomar el pulso de lo que está pasando en el desarrollo económico global; también en cómo van variando y moviéndose la geopolítica y la geoeconomía.
Los tres países que ganaron más oro (es el premio que mejor cuenta en el ciclo de las olimpíadas, más que el total de medallas entre oro, plata y bronce) fueron Estados Unidos y China, los dos grandes competidores del tablero global en lo económico, tecnológico y ahora también en modelos políticos. Ambos compartieron el primer lugar (40 oros cada uno, con una trampa que perjudica al país asiático y sobre la que se volverá), en tanto Japón se quedó con el tercer puesto (20 oros). En el total del medallero tricolor, EE.UU. ganó con mucho margen (126) a China (segunda, con 91).
Justo en ese mismo orden, EE.UU., China y Japón son las tres mayores economías del planeta medidas por PBI absoluto, una coincidencia completa entre éxito deportivo y desarrollo económico. (Una digresión: si el PBI se midiera por persona, cambiaría radicalmente el ranking en favor de países pequeños, poco poblados y muy ricos, como los escandinavos, los Luxemburgo o los Singapur, y medido según paridad de poder de compra, el PBI de China sobrepasa al de EE.UU.)
A esa tríada del podio de París le sigue Australia, un caso deportivo notable. Con 18 oros, tercero en el total superando a Japón, se trata de un país de gran desarrollo socioeconómico (14º en la tabla de PBI) aunque no exento de contradicciones y complejidades, como todas y cada una de las naciones. Y en quinto lugar aparece Francia, a la que la localía, en parte pero seguramente, ayudó.
Aquí hay un primer dato interesante. Es la primera vez en la historia olímpica, que comenzó en la muy europea y antigua Grecia, que ningún país del viejo continente figura entre los primeros cuatro ganadores. Si hay una caída (o una “derrota”, diría Emmanuel Todd) de Occidente, ella es más notable en Europa que en ninguna otra zona de esa mitad del mundo. Hay, sin embargo, un atenuante. Rusia, país europeo y asiático a la vez, no juega, es discriminada igual que en otros muchos torneos y otros espacios fuera de lo deportivo porque, como cualquiera sabe, es norma que todo aquel país que invade a otro es automáticamente cancelado de entre la gente de bien. Ah, perdón, no, no les pasa a EE.UU. y sus socios de la OTAN, que jamás invadieron a nadie y cuyos atletas bien alimentados, por lo tanto, le siguen pegando a diversas pelotas o saltando vallas como si nada. Rusia, como antes la Unión Soviética, estaba siempre arriba en el medallero y empujaba a Europa. Tanto es así que en el total histórico de oros, EE.UU. encabeza con 1.110 medallas y la vieja URSS, que obviamente no jugó ningún JJOO desde su desintegración en 1991, aún conserva el segundo lugar con 395 (luego siguen Gran Bretaña, en baja, y China, en subida). En el total, también va primero EE.UU. y segundo todavía la URSS. A París viajaron 12 atletas rusos sin representación oficial nacional, y no movieron el medallero. Con Rusia formalmente adentro, otra hubiera sido la historia de París 2024.
Volvamos a China. Es la segunda economía mundial, en vías de ser la primera y… los chinos y chinas sacaron más medallas de oro que les estadounidenses. En la tabla oficial dice 40 y 40, pero, oh, “Hong Kong, China” —que así figura— sacó otras 2 medallas de oro (en esgrima). Si Hong Kong dejó de ser una colonia británica hace ya casi tres décadas y China recuperó su soberanía, ¿por qué el Comité Olímpico no lo considera como parte de China para el medallero? China hubiera salido primera con 42, superando las 40 medallas estadounidenses.
El periodista argentino Gustavo Ng agrega otro elemento para considerar: Taiwán ganó dos oros, y él comparte — como es política oficial en Argentina, incluso ahora que gobierna la banda proestadounidense de Milei— la idea de “una sola China”, es decir, con Taiwán como parte del territorio nacional chino, que está en disputa por el deseo independentista de un sector no despreciable de la isla. Ahí ya iríamos por los 44 oros chinos (RPCh, más Hong Kong, más Taiwán) contra 40 de EE.UU. El colega Ng cita que una de esas medallas de oro la ganó la taiwanesa transgénero Lin Yu-ting en box femenino y, en este caso, concede no saber si el gobierno de Xi Jinping la hubiera dejado participar por esa característica de su sexualidad.
Volvamos a la envejecida y cansada Europa. Grandes países desarrollados, pero en declive, Francia (séptimo PBI mundial) quedó como se dijo quinta en oro (peor, después de todo, hubiera sido salir “segundo” de nuevo…); Países Bajos (puesto dieciocho en PBI) quedó sexto en medallas doradas; Gran Bretaña (sexta economía mundial) fue séptima en París; Italia (octavo PBI) quedó novena, y Alemania (cuarto Producto Bruto Interno del mundo, primero de Europa) se posicionó décima en oro.
Entre los primeros diez países con más medallas de oro, no solo China, Japón y Australia dejan atrás a las potencias europeas, sino que se cuela también Corea del Sur, decimotercer PBI mundial y octava en el medallero parisino.
Un caso atípico, dentro de ese nuevo mundo que emerge y supera al Occidente hegemón de cinco siglos, es la India, que al igual que los países citados en el párrafo anterior integra y es parte esencial del pelotón que representa el resurgir de Asia y Oriente como región más dinámica del siglo XXI. Hoy quinto PBI del mundo y en ascenso, como China, India sin embargo quedó en el puesto 71 en el medallero de estos JJOO. Acaso eso cambie cuando el cricket, el deporte más popular entre los indios, ingrese a la competencia, como se descuenta sucederá pronto, a tono con la importancia mundial de la India. Como parte de los BRICS, esta gran nación quiere ejercer su lugar en el orden global y por ahora solo luce 35 medallas totales en 124 años, 5 de ellas antes de su independencia del Reino Unido.
África y Latinoamérica
Respecto de África, el país que se ubicó más arriba en el medallero olímpico cerrado el domingo fue Kenia, octavo PBI de su continente y número 66 en el mundo. Logró 4 oros y 11 totales, con lo que se quedó con el decimoséptimo lugar del certamen, nada mal.
¿Y qué pasó finalmente con América Latina y el Caribe?
En el continente con mayor desigualdad social de la Tierra, pese a sus gigantescos recursos por todos tironeados, Brasil, su mayor economía, fue también el líder del medallero para la región, con 3 oros (puesto 20, cuando en su PBI es la novena economía) y 20 totales. Le siguió Cuba, otro caso destacable, un histórico gran competidor olímpico, con una política deportiva muy sostenida por el Estado y desde la Revolución de 1959, pero con una economía limitada, débil y además castigada injusta, cruel y largamente por el bloqueo de EE.UU. La delegación cubana se llevó 2 oros y 9 totales y quedó en el puesto 32 del medallero general. A Brasil y Cuba le siguen, de nuestra región, Jamaica y Ecuador (¿curiosamente?: los cuatro países tienen mucha influencia de afrodescendientes). El país caribeño tuvo 1 oro y 6 totales, y el andino, 1 y 5 respectivamente. Y los cinco mejores cierran con Argentina, cuyo gobierno actual desprecia el fomento estatal también en el deporte, con un 1 oro y 3 generales. Nuestro país quedó 52 en el medallero, con un PBI, también castigado y estancado hace muchos años, que se ubica en el 24º lugar mundial. Con otras autoridades y otras políticas, dado su desarrollo socioeconómico, quizá debería haber estado más arriba. Pero su realidad es de declive, además de que con Milei despreció al grupo BRICS para quedarse alineado en el lado del mundo donde el brillo del oro (que supo extraer de sus colonias, sangre mediante) se va descomponiendo.