Operaciones sospechosas mientras se debate sobre el Tratado Antártico en India.
El lunes 20 de mayo en la Ciudad de Kochi, provincia de Kerala, costa sur de la Republica de la India, se inició la 46 Reunión Consultiva del Tratado Antártico (RCTA) y la 26 del Comité para la Protección Ambiental (CPA). India es parte consultiva del Tratado Antártico desde 1983 y participa en su proceso de toma de decisiones.
El CPA se estableció cuando entró en vigor el Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente. Por lo general, se reúne al mismo tiempo que la RCTA para abordar asuntos relacionados con la protección del medio ambiente y proporcionar asesoramiento a la Reunión Consultiva. Además de las RCTA y las reuniones del CPA, las Partes asociadas también convocan ocasionalmente a Reuniones Consultivas Especiales del Tratado Antártico y a Reuniones de Expertos con objeto de tratar temas específicos
Durante 10 días, organizado por el Centro Nacional de Investigaciones Polares y Oceánicas (NCPOR), el encuentro intentará avanzar en un diálogo global constructivo sobre gestión ambiental, colaboración científica y cooperación en la Antártida, con implicancias manifiestas en el Atlántico Sur y con repercusiones que muy probablemente impacten en la situación de la República Argentina, y de sus intereses en el Atlántico Sur y la propia Antártida.
El Sistema del Tratado Antártico es el ámbito multilateral de debate con respecto a la Antártida, definida como “todas las tierras y barreras de hielo ubicadas al sur de la latitud 60°S sin afectar derechos sobre la alta mar allí existente”, y está integrado por el Tratado Antártico, la Convención para la Conservación de Focas Antárticas (1978), la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (1980) y, más recientemente, el Protocolo al Tratado Antártico sobre la Protección del Medio Ambiente (1991).
El tratado fue firmado en Washington, Estados Unidos, el 1 de diciembre de 1959 y entró en vigor el 23 de junio de 1961 al depositarse el último de los instrumentos de ratificación de los doce signatarios originales, que fueron Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Estados Unidos, Francia, Japón, Noruega, Nueva Zelanda, el Reino Unido, Sudáfrica, y la Unión Soviética, luego Federación de Rusia.
Estados Unidos es el depositario del tratado, mientras que la sede permanente de la Secretaría del Tratado Antártico está situada en Buenos Aires desde su creación en el año 2004.
El tratado tiene vigencia indefinida y desde su firma el número de signatarios creció hasta un total de 56 en la última reunión de 2023, aunque solo 29 de ellos poseen la categoría de “miembros consultivos plenos”, que les otorga derechos decisorios. Los restantes 25 son considerados “miembros consultivos no plenos”, por lo cual no gozan del derecho a votar.
Las modificaciones que se pretendan al tratado deberán ser concretadas por la unanimidad de los miembros consultivos plenos o recién a partir de 2048 por la mayoría de los miembros presentes en una conferencia convocada al efecto en la que pueden participar los miembros consultivos no plenos.
Argentina, el Atlántico Sur y la Antártida
Nuestro país, ya en el año 1942, delimitó el Sector Antártico Argentino –también denominado Antártida Argentina– entre los 25 y 74 grados de longitud Oeste, y los 60 grados de latitud Sur hasta el Polo.
Argentina ha tenido desde siempre, por razones políticas, geográficas y geopolíticas1, especial interés en lo referido al Atlántico Sur, las Islas Malvinas y el Continente Antártico. De hecho, la instalación del Observatorio Meteorológico y Magnético de la isla Laurie, en las Orcadas del Sur el 22 de febrero de 1904, daría origen a la presencia permanente argentina en la región y sería el motivo de la celebración del Día de la Antártida Argentina, cada año en esa fecha, siendo el único asentamiento permanente en la Antártida durante 40 años, desde aquel 1904.
También otros Estados han definido sus propios sectores antárticos; entre ellos Chile (53º – 90 º de longitud Oeste) y Gran Bretaña (20º – 80º de longitud Oeste). Estos últimos se superponen parcial y totalmente con el de la Argentina. Ese conflicto está aún vigente y es uno de los motivos determinantes de la todavía presencia ilegal de Gran Bretaña en las Islas Malvinas para controlar su reclamo sobre la Antártida y de la ayuda prestada por Chile al Reino Unido durante la Guerra de Malvinas.
Argentina ha determinado su soberanía sobre un sector de la Antártida mucho antes de la vigencia del Tratado Antártico y ha hecho reserva de esa decisión soberana desde entonces, particularidad contemplada en el Artículo IV del Tratado que tutela las posiciones de soberanía territorial en la Antártida y admite, al mismo tiempo, las de no reconocimiento para estas soberanías. Pero Argentina es, además y centralmente, el país que primero se instaló en la Antártida y uno de los 12 países fundacionales del Tratado.
Por ende, y más allá de los vaivenes de los distintos gobiernos, tanto el reclamo de soberanía irrestricta en las Islas Malvinas como la promulgación de la Ley 27.757, que incorporó a la preexistente norma 23.968 la nueva demarcación del límite exterior de la plataforma continental argentina, de acuerdo a lo ratificado por parte de la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de Naciones Unidas, extendiendo los límites marinos más allá de la milla 200, incorporando a la Plataforma Continental Argentina 1.782.500 kilómetros cuadrados, así como la preservación de la política de reclamo soberano y permanencia científica en Antártida, reafirmada por la decisión multilateral de instalar la Secretaría del Tratado Antártico en Buenos Aires, han sido políticas permanentes argentinas hasta la llegada del gobierno actual, de errática y extravagante política exterior.
Además, por Decreto Nº 46/2004, el Poder Ejecutivo Nacional declaró al año 2004 como «Año de la Antártida Argentina» a fin de conmemorar el centenario de la ocupación permanente e ininterrumpida de nuestro país en la Antártida.
Aquí y ahora
En este 2024 han sucedido muchos hechos geopolíticos relacionados con el Atlántico Sur y la Antártida, pero dos de ellos revisten trascendental importancia. El primero es la insólita y absurda decisión del actual gobierno argentino de solicitar su ingreso a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ocupante ilegal militar de nuestras Islas Malvinas. El segundo hecho es la difusión de un presunto descubrimiento de gigantescas reservas de petróleo y gas en la Antártida Argentina a través de una supuesta investigación de la Federación de Rusia –nunca ratificada por esta– difundida por un parlamentario británico sin ninguna documentación respaldatoria de la propia Federación de Rusia ni del supuesto “hallazgo británico”.
Con el paso de los días y la cercanía de la 46 RCTA en la India, la presunción original fue mutando a lo que hoy ya se considera en muchas embajadas como una operación de contrainteligencia británico-estadounidense destinada a encontrar una justificación para el anuncio, violatorio de los alcances del Tratado Antártico, realizado por Estados Unidos el ultimo 17 de mayo a través de un memorándum de seguridad nacional que deroga y sustituye la directiva de 1994 y reestablece puntos focales de su proyección hacia el territorio de modo abiertamente unilateral, en base a sus “significativos intereses nacionales” y “lazos históricos” con la Región Antártica, reforzando su presencia militar y ampliando su flota de rompehielos para complementar la base de OTAN en Malvinas y su control operacional sobre el Atlántico Sur y la Antártida.
También declara su apoyo firme a la región como una “zona para la paz, la cooperación internacional, la búsqueda de la ciencia y la protección ambiental”.
No hace falta ahondar demasiado para los resultados que se han provocado en aquellos lugares a los que Estados Unidos identificó como “zonas para la paz, la cooperación internacional, la búsqueda de la ciencia y la protección ambiental”. Decenas de países pueden dar cuenta de ello.
Mientras tanto, el profeta medieval a cargo de la presidencia argentina se manifiesta muy ocupado en viajes de turismo ideológico y recitales musicales y la Cancillería recuerda aquella opción de las encuestas, esa que señala No sabe/No contesta.