Casi 30 años de un armado multipolar que desafía al caduco poder global colonialista.
“Estados Unidos y Europa
se niegan a un mundo multipolar
de Derecho Internacional Pleno”.
Serguéi Lavrov
Ministro de Asuntos Exteriores
de la Federación de Rusia
Corría abril de 1996 y mientras Estados Unidos se aprestaba a celebrar su conseguida hegemonía unipolar, producto de su triunfo en la Guerra Fría, en el marco del 220 aniversario de su declaración de independencia, bajo radar y con mucha expectativa se fundaba el grupo de los Cinco de Shanghái. A pesar de la coyuntura geopolítica desfavorable por entonces y del desmembramiento de la extinta Unión Soviética, China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán iniciaban un acuerdo de trabajo conjunto conocido como Tratado sobre la Profundización de la Confianza Militar en las Regiones Fronterizas.
Poco más tarde, el 20 de mayo de 1997, los Cinco de Shanghái serían precursores en la construcción de elementos jurídico-políticos de Derecho Internacional. De hecho, el presidente ruso de entonces Boris Yeltsin y el presidente chino Jiang Zemin firmarían la primera declaración oficial de la que se tiene registro acerca de la necesidad de un Nuevo Mundo Multipolar.
Tiempo después, mientras Argentina se incendiaba socialmente a causa del neoliberalismo occidental aplicado a rajatabla por los gobierno de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, el 15 de junio de 2001, en Shanghái y liderada por el presidente de la República Popular China, Jiang Zemin; el de la Federación de Rusia, Vladímir Putin; el presidente kazajo Nursultan Nazarbayev, el presidente kirguís Askar Akayev y el presidente tayiko Emomali Rahmon se ponía en marcha la entonces incipiente Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), a la que se sumaba también como sexto miembro fundador Uzbekistán.
La OCS es hoy la organización regional más grande del mundo, en términos de alcance geográfico y de población, cubriendo aproximadamente 80% del área de Eurasia, y 45% de la población mundial. En 2023, su PIB combinado rondaba la cuarta parte del PIB mundial. Desde su creación, la organización ha expandido su membresía a diez estados; India y Pakistán se unieron en junio de 2017, Irán lo hizo en septiembre de 2022, y Bielorrusia en la última reunión en Astana.
Los miembros actuales de la OSC son: la República de la India, la República Islámica de Irán, la República de Kazajstán, la República Popular China, la República Kirguisa, la República Islámica del Pakistán, la Federación de Rusia, la República de Tayikistán, la República de Uzbekistán y la Republica de Bielorrusia.
Sus idiomas oficiales son el ruso y el chino y en la actualidad la integran además dos Estados observadores: la República Islámica del Afganistán y también Mongolia, junto a catorce “Socios de Dialogo”: la República de Azerbaiyán, la República de Armenia, el Reino de Baréin, la República Árabe de Egipto, el Reino de Camboya, el Estado de Qatar, el Estado de Kuwait, la República de Maldivas, la República de la Unión de Myanmar, la República Democrática Federal de Nepal, los Emiratos Árabes Unidos, el Reino de Arabia Saudita, la República de Turquía y la República Socialista Democrática de Sri Lanka.
Recientemente, el 3 y 4 de julio de 2024 se llevó a cabo en Astana, Kazajstán, la 24° Cumbre del Consejo de Jefes de Estado de la OCS y el primer encuentro de la organización en el formato OCS+, la plataforma de diálogo de países miembros con países observadores, socios y organizaciones internacionales.
Bajo el nombre “Fortalecimiento del Diálogo Multilateral: Esfuerzo por Lograr una Paz y una Prosperidad Sostenibles”, la cumbre contó con la participación de los presidentes de Kazajstán, Kassym-Jomart Tokayev; de China, Xi Jinping; de Rusia, Vladimir Putin; de Uzbekistán, Shavkat Mirziyoyev; de Tayikistán, Emomali Rahmon; de la República Kirguisa, Sadyr Zhaparov; de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko; de Azerbaiyán, Ilham Aliyev; de Mongolia, Ukhnaagiin Khürelsükh; de Turquía, Recep Tayyip Erdogan; el presidente en funciones de la República Islámica de Irán, Mohammad Mokhber; el Emir de Qatar, Jeque Tamim bin Hamad Al Thani; el primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif; el ministro de Asuntos Exteriores de la India, Subrahmanyam Jaishankar, y los responsables de organizaciones internacionales, como el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres; el presidente de la Comisión Económica Euroasiática, Bakytzhan Sagintayev; el director general de la Organización Islámica para la Seguridad Alimentaria, Berik Aryn; el secretario general de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, Imangali Tasmagambetov; el secretario general de la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia, Kairat Sarybay, y el secretario ejecutivo de la Comunidad de Estados Independientes, Sergei Lebedev.
La reunión del Consejo de Seguridad de la OCS en Astana fue el evento final de la presidencia de Kazajstán de la OCS en 2023-2024 y la República Popular China asumiría la presidencia de la organización en 2024-2025. La próxima cumbre se celebrará en China en 2025.
En el marco de la reunión de Astana, Vladimir Putin y Xi Jinping han elogiado el estado de las relaciones bilaterales entre Rusia y China y las repercusiones que esta alianza tiene en el mundo actual.
En su discurso de apertura antes de una reunión bilateral con Xi, Putin aseguró que las relaciones bilaterales están atravesando “el mejor período de su historia” y que la OCS debiera considerarse una fuerza “estabilizadora» para el mundo.
“La cooperación ruso-china en asuntos globales y el accionar de la OCS sirven como un importante factor estabilizador en el escenario internacional y seguimos mejorándola», añadió el líder ruso, quien también destacó el papel que tuvieron ambos países en la fundación de la Organización de Cooperación de Shanghái, alianza considerada como un contrapeso a Estados Unidos y sus aliados, ante su vocación permanente de injerencia destructora, ya comprobada.
La ignorancia
Mientras esto sucede, ni la política argentina ni la “academia” de relaciones internacionales de nuestro país tienen mucha idea de la importancia, el alcance y las oportunidades que significarían para nuestro país un acercamiento con la OCS, mientras, sin embargo, se pretende insólitamente incluir a la República Argentina en la OCDE y la OTAN, oxidadas estructuras de un mundo unipolar gerenciado por Estados Unidos, que cada día tiene mayores dificultades para sostenerse y al cual, con todo, se lo mira desde aquí con inocultable sometimiento colonial por parte de la mayoría del sistema político argentino y de los analistas internacionales como el lugar al que “hay que pertenecer”. La pedagogía imperial de persecuciones a díscolos y premios con cargos remunerados en dólares en innumerables organismos creados para cooptar dirigencias con voluntad servil, ha hecho tanto daño como las políticas públicas neoliberales de estos años en Argentina.
El MERCOSUR, los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái y la Unión Económica Euroasiática debieran ser materia de análisis y relacionamiento primordial de la política exterior de la República Argentina, en tanto son los bloques que han expresado y expresan mayores respaldos y complementariedades con nuestro país. Solo revisar las votaciones a favor de nuestro país en Naciones Unidas contra la ocupación ilegal de nuestras Islas Malvinas da cuenta de ello.
El desafío está planteado, para lo cual resulta imprescindible recuperar una dirigencia política y social soberana, que se emocione más por los alcances del 9 de julio que por hacer fila en la puerta de la Embajada de Estados Unidos cada 4 de julio para besarle la mano al Embajador de turno y dejar su curriculum para un cargo a futuro.
Son tiempos difíciles para ello, pero no más que otros tiempos difíciles que nos tocaron vivir y que supimos superar.