Ecos del G-20 en Río: entre la sombra de Trump y el multilateralismo de perfil chino.
El reconocido periódico Financial Times publicó una nota, no sin cierta preocupación, que afirma que el gobierno George Biden (léase Estados Unidos) estaría perdiendo la batalla por Latinoamérica y esto se daría en el marco de dos grandes cumbres que ocurrieron en suelo sudamericano: la APEC en Lima y el G20 en Rio de Janeiro. En esta dirección, el analista Evan Ellis, analista del Ejército estadounidense y ex funcionario del primer gobierno Donald Trump, destaca el éxito de las visitas de Xi Jinping a Kazan, la cumbre de los BRICS en Rusia, a Lima y a Río de Janeiro, cumbres de la APEC y G20 respectivamente. De esta manera, China estaría liderando la agenda contra-hegemónica en BRICS, la agenda transpacífica en la APEC y la agenda social y del desarrollo en el G20.
Contextualizando, el origen del G-20, como lo fue el caso de los BRICS, es un producto directo de la crisis de la globalización neoliberal de finales de la década de noventa, que se constituyó como un foro de reunión de ministros de Finanzas de los 20 países más relevantes económicamente del sistema internacional hasta su evolución como cumbre de jefes de Estado y gobierno.
Las grandes transformaciones en la economía global y la geopolítica durante el siglo XXI fueron marcadas por la guerra al terror desencadenada por los Estados Unidos de América, el ingreso de la República Popular de China (RPCh) a la Organización del Comercio (OMC) y el mayor protagonismo de las potencias emergentes en el escenario internacional. Sin embargo, la crisis económica de 2008 fue un punto de inflexión que catalizaron otros cambios. Las dificultades de EE.UU. para administrar el capitalismo global impusieron en la agenda de la política internacional la necesidad de crear un foro de jefes de Estado y gobierno más amplio que el tradicional G7. Se instituyó en 2008 el actual G-20 como cumbres de jefes de Estado y gobierno.
La cumbre del G-20 en Río de Janeiro de 2024 ocurrió en medio de acontecimientos políticos turbulentos en un contexto de fortaleza económica de China y consistente influencia global. Las guerras localizadas en Ucrania y en Gaza, el reciente triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales en los EE.UU. y el anuncio de Joe Biden —en la Amazonia brasileña de Manaos— que en el final de su mandato autorizaba a Ucrania a utilizar misiles de largo alcance de la OTAN en territorio ruso contrastaron con la Alianza Global contra la pobreza y el hambre del G-20.
Así pues, en medio de esta gran incertidumbre mundial, es interesante destacar tres aspectos que consideramos relevantes para nuestro análisis: el rol del gobierno de los Estados Unidos y la geopolítica internacional; la delicada situación de Argentina y su negociación disimulada y la gran esperanza que representa China para el Sur Global junto al protagonismo de Brasil que contornó con creatividad su entrada en la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR, o en inglés, Belt and Road Initiative (BRI).
De Biden a Milei en el G-20
La presencia del presidente Biden en el final del mandato con su partido sufriendo una dura derrota frente a Trump en las elecciones presidenciales mostró la normal falta de vitalidad de un gobierno “pato rengo” (lame duck en inglés, es decir, un político sin capacidad de maniobra o con su poder reducido porque la persona que lo reemplazará ya ha sido elegida) que contrastó con las declaraciones previas en Manaos autorizando a Ucrania a disparar misiles de largo alcance contra a Rusia. Esto podría desencadenar una respuesta nuclear rusa contra países de la OTAN. La iniciativa letal de un gobierno moribundo, dejando el problema para la administración Trump, contrasta con la pasividad de Biden en la cumbre del G-20 mostrándose casi desapercibido.
El caso de Argentina es más intrincado y la actitud de los representantes del país, liderado por su sherpa Federico Pinedo, fue fruto de varias reclamaciones por parte del gobierno Lula y de los medios en Brasil. Argentina habría “embarrado la cancha” al rechazar cuatro puntos explícitos en el compromiso de la declaración del G-20 referentes a: cuestiones de igualdad de género, impuesto a las grandes fortunas, la Agenda 2030 de la ONU y la reglamentación de las redes sociales.
Sin embargo, a último momento Argentina firmó la declaración sin chistar, aunque contrariaba las posturas ideológicas y mesiánicas del presidente Milei. En paralelo, el gobierno argentino sellaría un gran acuerdo bilateral con Brasil para incrementar las importaciones de gas natural desde la región de Vaca Muerta, Neuquén, que ayudaría a abaratar el costo del insumo. El compromiso fue firmado por el ministro brasileño de Minas y Energía, Alexandre Silveira, con Luis Caputo, ministro de Economía de Argentina. En este gran negocio en el que están involucradas la Petrobras e importantes empresas argentinas e internacionales, se prevé la extensión del gasoducto Néstor Kirchner hasta Brasil. Las correlaciones causales entre este acuerdo y el cambio de postura de Argentina en la declaración del G20 corren por cuenta de los lectores y lectoras
El protagonismo de Xi Jinping y la gran amistad China-Brasil
La presencia del presidente Biden quedó eclipsada en el G-20 por la figura del presidente chino Xi Jinping, que fue el gran protagonista junto con el anfitrión, el presidente brasileño Luís Inácio Lula da Silva. La cumbre del G-20 en Río fue considerada un éxito por los actores estatales y no estatales involucrados y la propuesta de Brasil por una Alianza Global contra la pobreza y el hambre no podría haber tenido mejor respaldo que el de Xi Jinping, ofreciendo al mundo la experiencia sin precedentes de China en sus políticas de erradicación de la pobreza.
Sin embargo, el eclipse total se consumó en la post cumbre, durante la reunión bilateral entre los presidentes Xi Jinping y Lula, hecho que se llevó a cabo en el feriado del día 20 de noviembre.
En esta oportunidad, Brasil y China firmaron más del doble de los acuerdos que en la última reunión bilateral en Beijing, cuando el presidente Lula realizó una visita oficial a China. De esta manera, días previos a la visita, el presidente Xi, publicó una nota muy cálida, con menciones a la cultura de Brasil, en el popular diario Folha de São Paulo, dejando explícito que el encuentro ocurrirá entre los presidentes de “dos grandes países del Sur Global”.
En Brasilia, el día 20 de noviembre, el presidente Xi Jinping expresó que la relación Brasil-China “está en el mejor momento de la historia”. En ese encuentro ambos mandatarios firmaron 37 acuerdos comerciales y luego de dos reuniones, una privada y otra ampliada, los presidentes anunciaron la creación de la Comunidad de Futuro Compartido Brasil-China para un mundo más justo y un planeta más sostenible. Esto se considera una elevación de las relaciones Brasil-China, que hasta ahora estaban encuadradas bajo el nombre de Asociación Estratégica Global.
Frente a las dudas y cautelas de Itamaraty en firmar un memorándum de entendimiento (MdE) de la iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), las partes decidieron utilizar el término “sinergia” para establecer el vínculo flexible y adaptativo de la IFR con los objetivos de reindustrialización de Brasil. En resumidas cuentas, Brasil no firmó MdE de la IFR, no obstante, los 37 acuerdos firmados serían una especie de substituto adecuado a las circunstancias geopolíticas.
Una vez más, frente a los modelos de Occidente, donde los acuerdos tienen un carácter menos flexible y los compromisos impuestos son coercitivos, condicionados y rígidos como los del Consenso de Washington, China nos presenta otro paradigma.
Quo vadis Brasil: aspectos principales de los acuerdos
Es cierto que la firma de un memorando no implica necesariamente materializar los proyectos de infraestructura contemplados en el papel y el fortalecimiento de alianzas firmes no está condicionado a la firma, como muestran algunos casos. Por otro lado, la IFR difícilmente podría haber tenido éxito sin la asociación entre China y la Federación Rusa, un actor clave en tres de los cuatro corredores terrestres del proyecto, y Rusia nunca ha firmado formalmente un memorando de la IFR.
También es cierto que los importantes avances bilaterales y la cautela de Brasil no evitarán los riesgos geopolíticos naturales en un mundo convulsivo y con altas probabilidades de una intensificación de la disputa global entre Estados Unidos, ahora bajo la administración de Trump, y la RPC. La disputa de los dos gigantes tiene reflejo en un importante acuerdo firmado entre China y Brasil, que no hubiese tenido tanto impacto si Kamala Harris hubiese ganado las elecciones. El acuerdo número 18 perjudica directamente los intereses de Elon Musk, actual jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental de Trump y propietario de Starlink. Se trata del memorando de entendimiento entre Telebras y Shanghai Spacesail Tecnologies, empresa estatal china cuyo objetivo es brindar servicios de telecomunicaciones vía satélite. La concreción e implementación de este acuerdo abre al mismo tiempo amplias posibilidades de cooperación mutua en el ámbito de las telecomunicaciones entre ambos países y, al mismo tiempo, un nuevo capítulo en la disputa entre la ultraderecha estadounidense y el gobierno de Lula.
¿Qué desarrollos políticos y económicos implicaría la firma de un Memorando de Entendimiento IFR? Quizás deberíamos comprender e interpretar mejor las formas de institucionalización que propone el multilateralismo con características chinas. Es verdad que existe una gran ventaja para los socios estratégicos de China: acceso a los mercados, posibilidad de inversiones conjuntas, proyectos de infraestructura esenciales, etc. que ayudan a fortalecer aún más la cooperación. Es por esa razón que la amplia flexibilidad y adaptabilidad del IFR se vuelve decisiva en el contexto geopolítico actual.
Esta flexibilidad está plasmada en el acuerdo número 2, que contempla el plan de Cooperación de la República Federativa de Brasil para establecer sinergias entre el programa de Aceleración del Crecimiento, el Plan Brasil Nueva Industria, el Plan de Transformación Ecológica, el programa Rutas de Integración Sudamericana y la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Este acuerdo fue firmado entre el ministro de la Casa Civil, Rui Costa, y Zheng Shanjie, jefe de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de la República Popular China.
Es decir que los esfuerzos de un proyecto de neoindustrialización en Brasil están interconectados con la IFR que en el caso de América Latina y el Caribe tienen la gran ambición de abrir corredores entre el océano Atlántico y el Pacífico
Geopolítica del Consenso del Pacífico
El mayor proyecto de la Globalización sinocéntrica es la plataforma de infraestructura de la IFR, donde hay más de un billón de dólares invertidos y que se expresa en su carácter flexible, adaptable y no condicional. Después del éxito de la inauguración del megapuerto de Chancay en Perú en el ámbito de la cumbre de la APEC y los acuerdos alcanzados en la reunión bilateral entre Xi y Lula post cumbre del G-20 podemos constatar que:
1) una especie de geopolítica del Consenso del Pacífico se está consolidando con grandes perspectivas de proyectos de conectividad multimodal interoceánica, donde Chancay es la primera “puerta” abierta para ello;
2) en este impulso, China se está consolidando como un verdadero ofertante de bienes públicos internacionales en el marco de una propuesta de convivencia global basada en la idea de comunidad de destino para la humanidad. Después del gran periplo de Xi Jinping, China anunció que, desde el 1º de diciembre de 2024, aplicará la política de tarifa 0 para las importaciones de países menos desarrollados (renta bruta per cápita inferior a U$S 1.018 según métrica de la ONU) que en la práctica facilitará el comercio con unos 30 países africanos.
3) la fuerza histórica de este proceso es tan poderosa que le permitió a Brasil inaugurar un precedente de ingreso a la IFR con flexibilidad, creatividad y, sobre todo, con principios comunes.