La política para con Asia del Sur interpela su proyección global y la rivalidad con China.
Como ya se señalara en la primera parte de este artículo, la conexión entre la India y los países del sur de Asia constituye el eje de la llamada “política del vecindario primero” y se articula, por un lado, con las circunstancias internas de India, y por el otro, con la relevancia de la dinámica de ese vecindario en torno de la proyección internacional de la India como una de las potencias asiáticas más importantes. Con el tema crucial de Pakistán ya considerado, aquí abordaremos otras relaciones.
Bangladesh
Cabe recordar la controvertida Enmienda de la Ley de Ciudadanía (CAA) de 2019, promulgada por el gobierno de Modi, que ha provocado también tensiones entre India y Bangladesh. Tal medida significó un paréntesis en las narrativas sobre la inmigración y tuvo alcance en los estados del noreste de la India, un tema especialmente sensible desde hace muchos años. La CAA concede una vía rápida hacia la naturalización para hindúes, parsis, sijs, budistas, jainistas y cristianos, que huyeron hacia la India desde Afganistán, Bangladesh y Paquistán antes del 31 de diciembre de 2014. La ley excluye a los islámicos, que constituyen la población mayoritaria en esos países (y también la primera minoría en India), dejando así de lado grupos perseguidos como los ahmadiyas y chiítas de Paquistán, los hazaras de Afganistán, los refugiados rohingya de Myanmar, etc. Del mismo modo, la ley excluye a casi 100.000 tamiles de Sri Lanka, minoría étnica que vive en la India y que en su mayoría son refugiados hindúes o cristianos, cuyos antepasados nacieron en la India. También modifica la antigua ley, que impide que los inmigrantes ilegales se conviertan en ciudadanos indios y evidencia la primera vez que India establece criterios religiosos para la ciudadanía. Si bien la ley fue aprobada, su implementación fue suspendida debido a protestas generalizadas en toda la India contra su naturaleza discriminatoria y las posibles fricciones diplomáticas con los países vecinos. Este 11 de marzo de 2024, el gobierno de Modi reglamentó la ley, pocas semanas antes de las elecciones generales, que según datos preliminares parecieran dirigirse a otorgar un tercer mandato a Modi.
La referencia a los “bangladesíes” en un estatuto que otorga la ciudadanía a minorías no islámicas de los tres países mencionados generó preocupaciones en el gobierno con sede en Dhaka. La primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina (hija del “padre de la nación” y líder de la Liga Awami, Sheikh Mujibur Rahman, tradicionalmente con muy buena relación con India), reaccionó con incomprensión. Bien cabe recordar que Bangladesh e India resolvieron una disputa fronteriza de décadas con un acuerdo de intercambio de tierras, que se inició en julio de 2015, lo que hizo suponer un avance hacia la cooperación mutua, aunque la CAA ha puesto tensión sobre esos avances. Si bien el gobierno de Bangladesh ha sido circunspecto en sus comentarios y señaló que lo relativo a esta ley es un asunto interno de India, también expresó su preocupación de que cualquier “incertidumbre” en la India probablemente afecte a sus vecinos. Bangladesh tiene en cuenta que India no comparte frontera con Afganistán, entiende que Paquistán se resistiría a un éxodo forzado de personas indocumentadas desde la India y teme que todo eso empuje a una gran cantidad de islámicos indios indocumentados a Bangladesh, lo cual afectaría por supuesto su tejido social y su economía, tras el impacto que ya ha tenido la presencia de los rohingyas, provenientes de Myanmar. En 2023, Bangladesh contaba en su suelo con poco menos de 1 millón de rohingyas, que son tratados en Myanmar como inmigrantes ilegales de Bangladesh.
En paralelo a estas circunstancias, tras las elecciones del 7 de enero de este año, al Parlamento Nacional (Jatiya Sangsad) en el país, que consagraron un nuevo mandato de Sheik Hasina (quien ocupa el poder desde 2009), se lanzó una campaña anti-India, “India Out”, en las plataformas de redes sociales de Bangladesh. La campaña propicia un boicot a los productos indios y es encabezada por el Partido Nacionalista de Bangladesh, dirigido por la otra mujer fuerte de la política local, Begum Khaleda Zia, que está interesado en explotar la polarización del país y promueve sentimientos nacionalistas contra Sheikh Hasina y la India. El Partido Nacionalista es el principal de oposición, critica al gobierno por dañar la democracia del país y tener estrechas relaciones con la India, al tiempo que plantea la interferencia de este último en los asuntos internos de Bangladesh. Esa campaña encuentra eco en ciudadanos comunes, por los diversos agravios o actitudes hostiles que se perciben desde India, como por ejemplo el tema de las matanzas en la frontera por parte de la Fuerza de Seguridad Fronteriza de la India, que continúan, a pesar de las repetidas promesas de ocuparse del tema. Se estima que el año pasado murieron 30 ciudadanos de Bangladesh en estas circunstancias.
A eso se agrega la cuestión del reparto del agua de los 54 ríos que corren entre India y Bangladesh. Las disputas por el agua son parte del panorama habitual de esta relación bilateral. El último conflicto ocurrió con el río Teesta, que da cuenta de una disputa crítica entre ambos países: Bangladesh permitió a India utilizar sus puertos de Chittagong y Mongla en 2018 y eso benefició la circulación de bienes hacia los estados indios de Arunachal Pradesh, Assam, Manipur, Meghalaya, Mizoram, Nagaland, Sikkim y Tripura. Pero no había recibido permiso para exportar mercancías a Nepal o Bután a través de los centros de tránsito terrestre indios, un tema que discuten desde 2005 y que podría abrir otras oportunidades a esos países, de contar con cierta independencia de India.
Finalmente, la Enmienda de la Ley de Ciudadanía va a afectar la política interna de Bangladesh, ya que habilitará la posibilidad de que grupos militantes islámicos y otras fuerzas anti indias se unan contra el gobierno gobernante o provoquen que el mismo adopte posturas más duras. Cabe recordar que el gobierno de Hasina vive una situación interna de tensión por el encarcelamiento de activistas y políticos opositores, denuncias por desapariciones forzadas, etc. y que su triunfo se apoya en una reducida concurrencia (en torno a 40%) del electorado a votar.
Por lo demás, el lanzamiento de la campaña contra India evidencia que el Partido Nacionalista de Bangladesh sigue considerando a la Liga Awami como el socio estratégico preferido de su vecino y claramente el resultado de las elecciones, la renovación del mandato de Modi y el lanzamiento de la campaña sólo van a exacerbar estas divisiones. El escenario parecería orientarse ahora a priorizar su relación con China.
Afganistán
India y Afganistán han tenido tradicionalmente buenas relaciones y este último funciona como un puente terrestre entre la India y Asia Central, región muy relevante para India en términos económicos, en cuanto a su seguridad energética -donde busca también contrarrestar la creciente influencia china allí- y porque forma parte de su competencia con Paquistán. Aunque India había sido el único país de la región en reconocer a la República Democrática de Afganistán (apoyada por la Unión Soviética) hacia la década de 1980, con la guerra civil de la década posterior en ese país y el gobierno Talibán que siguió, su presencia en suelo afgano disminuyó. Una mayor presencia india allí busca prevenir la propagación de actividades terroristas y fortalecer la seguridad regional, limitar el rol de Paquistán y ampliar su profundidad estratégica en la zona, al tiempo de potenciar su propio acceso a Asia central.
India ha tenido también buena relación con los gobiernos civiles que antecedieron al segundo período de gobierno Talibán del país (por ejemplo, con el presidente Hamid Karzai, que había estudiado en India) e incluso desarrolló acciones particularmente relevantes como la firma de un acuerdo en 2022, con Irán y Rusia para el desarrollo del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur. En ese marco, India participó del desarrollo del Puerto de Chabahar, que parcialmente construido por ella, es el único puerto iraní con acceso directo al mar y una alternativa para llegar a Asia Central sin necesitar rutas terrestres paquistaníes, lo cual reduce costos del comercio entre Irán, Afganistán y la India. Ese acuerdo busca sincronizarse con el de Ashgabat, otro corredor internacional de transporte multimodal entre Asia Central y el Golfo Pérsico, al que India se unió en 2018. Y todo ello se conecta con el Corredor de Transporte Europa-Cáucaso-Asia y corredores aéreos entre Asia Central e India. Por lo demás, India contribuyó también en Afganistán con una nueva sede del parlamento, inaugurada por Modi en 2015 en la gestión de Ashraf Ghani. Desde 2001, India invirtió unos 3 mil millones de dólares en infraestructura, asistencia humanitaria, etc. y fue el mayor donante regional y el quinto del mundo, al tiempo que representa uno de los mayores mercados de exportación de Afganistán.
Cabe recordar también que India mantuvo lazos estrechos con la anterior Alianza del Norte y estableció contacto con los talibanes en Doha, en esta nueva etapa. Luego de los rápidos cambios en la situación afgana, la salida de las tropas estadounidenses y de la OTAN y la instauración de un gobierno interino de los Talibán, India procedió a la evacuación de su misión diplomática, al tiempo que realizó operaciones propias y en colaboración con otros países de la región y fuera de ella para profundizar las evacuaciones. Los Talibán, a través de un pedido de Mohammad Abbas Stanikzai, cabeza de su Oficina Política y en su juventud estudiante en la Escuela Militar india de Ima Dehradun) buscaron convencer a la India de mantener su representación diplomática en Afganistán, pero no resultó posible.
India teme el crecimiento del extremismo al interior del país, la filtración de armas, el retorno del separatismo activo en la región de Cachemira, el ingreso de la ideología Talibán, etc., sin dejar de lado el hecho significativo de que los Talibán se apoderaran de Kabul el 15 de agosto, Día de la Independencia de la India, cosa que por supuesto no pasó inadvertida. Es por eso mismo que la integración regional de Afganistán no busca solamente aportar a la cuestión de seguridad y de abastecimiento energético de la India, sino también a una estabilización regional futura.
En ese contexto, India evacuó a cientos de sikhs e hindúes afganos, aunque esos refugiados no calificarían para la ciudadanía india, según la Enmienda a la Ley de Ciudadanía. Precisamente en reacción a la implementación de esta ley, el jefe de la Oficina Política de los talibanes en Doha, Suhail Shaheen, señaló que no existe persecución a las minorías en Afganistán y que cualquier ley de ese tipo debería ser para todos independientemente de la religión.
Maldivas
Además de los países islámicos de la región, considerados en la Enmienda de la Ley de Ciudadanía (Afganistán, Bangladesh y Paquistán), resulta de interés incorporar a otro vecino cuya población es también de mayoría islámica, como Maldivas, relevante para India porque se encuentra dentro de su esfera de influencia regional y porque resulta crucial contrarrestar las iniciativas chinas tanto en este estado insular (pleno Océano Índico) como en la región. En 2019, el entonces vocero del Parlamento bajo la gestión del presidente Ibrahim Mohamed Solih, Mohamed Nasheed (ex presidente del país), señaló que el tema de la CAA en la India era un asunto interno de ese país y que Maldivas confiaba en la democracia india.
En septiembre de 2023, el candidato de la oposición y entonces alcalde de la ciudad de Malé, Mohamed Muizzu, ganó las elecciones presidenciales de este estado insular al imponerse a Solih (Partido Democrático de las Maldivas), cuyas simpatías se extendieron siempre hacia la India, a diferencia de las del nuevo presidente (de hecho, el eslogan de su campaña fue “India out” y sus simpatías se presentan como pro-China), que además planteó su triunfo como una “recuperación” de la independencia de su país.
Tras la elección de Muizzu, éste señaló que deseaba mantener buenas relaciones con todos los países, incluidos China e India. Sin embargo, las tensiones entre ambos países aumentaron en enero de 2024, luego de la visita del primer ministro indio Modi a Lakshadweep, archipiélago indio a 80 millas al norte de las Maldivas, para promover el turismo. Esa visita fue percibida por algunos maldivos como un intento de alejar a los viajeros de su país, lo que a su vez se tradujo en que algunos ministros de Maldivas aludieran a Modi como “terrorista”, “payaso” y “marioneta de Israel”, desencadenando una disputa diplomática entre ambos países. A resultas de ello, muchos en la India pidieron a los turistas que boicotearan las Maldivas e incluso una compañía de viajes india suspendió los vuelos hacia ese país. Otra derivación fue el reclamo para que India retirara soldados estacionados en la isla para realizar trabajos humanitarios, que finalmente fueron reemplazados por personal técnico civil.
Tras estas circunstancias, el gobierno de Maldivas también permitió el ingreso a sus aguas de un buque de investigación chino, pese a objeciones de India, que lo calificó de “barco espía”. Posteriormente, Muizzu sostuvo que China es uno de los aliados más cercanos y por primera vez, rompiendo la tradición de los anteriores gobiernos, no visitó Nueva Delhi en su primer viaje al exterior sino Ankara (Turquía) y puso en revisión acuerdos firmados por la anterior gestión con la India.
Muizzu también ganó la mayoría del Congreso Nacional del Pueblo este año y eso le abre camino para avanzar con mayor comodidad en la ejecución de cualquier política. Hasta el momento ha adjudicado grandes obras de infraestructura a compañías chinas, dato que por supuesto no escapa ni deja de preocupar a Nueva Delhi.
Por otro lado, el gobierno de Maldivas firmó un acuerdo de «asistencia militar» con China, que donaría ambulancias y ofrecería armas no letales de forma gratuita y entrenaría a las fuerzas de seguridad de Maldivas, que antes lo hacían en Estados Unidos o la misma India. Es la primera vez que Maldivas firma un acuerdo de defensa con China para la proporción de asistencia militar y esto por supuesto agrega preocupación en India. En este punto es relevante mencionar que India había participado en agosto de 2021 del Cónclave de Seguridad de Colombo (Sri Lanka), una reunión indocéntrica a nivel de Asesores Adjuntos de Seguridad Nacional de India, Sri Lanka y Maldivas, en la que se discutió la cooperación en materia de seguridad y que contó con funcionarios de tres países observadores: Bangladesh, Mauricio y Seychelles. Con antecedentes de diálogo entre esas partes ya 2011, el año pasado, cuando el encuentro se realizó en Mauricio, no hubo ningún representante de Maldivas, que argumentó razones administrativas. Pero en los mismos días, el vicepresidente de Maldivas, Hussain Mohamed Latheef, viajó a Beijing, donde participó del Foro Regional China-Océano Índico sobre Cooperación para el Desarrollo y no parece haber encontrado dificultades para hacerlo.
Tomando en cuenta todo lo señalado, cabe agregar que India avanzó con una segunda base naval en Lakshadweep, como ya se mencionara más cercana a Maldivas, buscando fortalecer su presencia en el Océano Índico en medio de la preocupación sobre la creciente presencia de China en aguas estratégicas, por ejemplo, a través de los proyectos chinos de infraestructura, construidos en lugares como el puerto de Gwadar en Paquistán, Hambantota en Sri Lanka y ahora en Maldivas. Esa nueva base naval india se puso en servicio poco después de que, junto a Mauricio, ambos países inauguraran una pista de aterrizaje financiada por India y un embarcadero en la pequeña isla de Agalega, otra acción de importancia estratégica para India, proyectada sobre el océano Índico.
Sin embargo, más allá de lo mencionado y lo que pueda especularse, en marzo de este año, el presidente Muizzu reconoció el apoyo financiero de la India a Malé (hacia fines de 2023, Maldivas debía a la India alrededor de 400 millones de dólares) y eso mismo hace poco probable tomar fácil distancia de ese país.
Notas finales
La evolución de la política india, que refiere a la dinámica con los vecinos del sur de Asia, ha atravesado por varias fases. En ese escenario, India aparece por momentos como un hegemón regional que a veces ha resultado intimidante y/o desconsiderando la situación de los estados más pequeños.
Por otro lado, aparece una cierta inconsistencia en el actual período, en que la convocatoria inicial a los países de la región no encuentra continuidad en otras políticas e incluso nuevas políticas internas proyectan tensiones con/para esos estados vecinos. Esa no traducción de la política exterior en lazos estables y firmes con los países vecinos habilita también una mayor presencia de China en la zona, resultando preciso entonces ajustar la interacción dentro del subcontinente y su perímetro inmediato, al mismo tiempo que con los otros niveles de consideración en el sistema internacional.
La escalada de tensión con comunidades minoritarias en la India, especialmente la comunidad islámica (y su subrepresentación política, que ha venido además decreciendo), no solamente resuena en la situación interna del país e interpela su tradicional imagen al exterior de convivencia en diversidad, sino que contribuye a un desgaste en las relaciones con los países vecinos, especialmente aquellos que tienen una población mayoritaria islámica. Ese desgaste quedó reflejado en diversos episodios, incluso con países no limítrofes o cercanos, como por ejemplo: en 2020, el presidente Erdogan de Turquía denunció las masacres cometidas en India en contra de los islámicos; en 2022, los comentarios derogatorios del vocero del partido gobernante, BJP, Nupur Sharma y del jefe de la unidad del BJP en Delhi, Naveen Jindal, acerca del islam, provocaron una reacción de numerosos países islámicos: Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Paquistán registraron protestas –Qatar incluso pidió una disculpa pública por parte de la India– y a las quejas públicas se sumó también la Organización de Cooperación Islámica; también la protesta de organizaciones islámicas de Indonesia y Malasia frente a la CAA y el RNC y/o la violencia contra los islámicos en la India, en 2020, etc. Esas controversias podrían también perturbar los esfuerzos indios por mejorar los vínculos con algunos países, como los del Golfo Pérsico, donde además viven y trabajan gran cantidad de emigrados indios, que envían importantes remesas a India.
Otro punto de tensión se registró en una votación en la Asamblea General de Naciones Unidas para proponer una tregua humanitaria en el conflicto de Israel con la Franja de Gaza: la resolución obtuvo 120 votos afirmativos, con sólo 14 países en contra y 45 países que se abstuvieron –la mayoría del bloque militar occidental–, junto a los cuales votó India, único país del sur de Asia con este voto, ya que los demás votaron a favor. La resolución, patrocinada por muchos países árabes e islámicos, incluidos Egipto (país invitado de honor en la celebración del Día de la República indio, en 2023), Omán y los Emiratos Árabes Unidos, fue propuesta por Jordania y solicitaba la mencionada tregua, enfatizando la importancia de adherirse al derecho internacional humanitario, instando a la liberación incondicional de los civiles cautivos y al suministro sin obstáculos de provisiones esenciales para la población de Gaza.
En definitiva, la India ha sido tradicionalmente un país que ha sido ejemplo de convivencia en diversidad (más allá de las desigualdades vigentes) y cualquier compromiso de ese valor interpela su identidad histórica, en la medida, además, en que estos diversos significados asociados a su propia historia han hecho de la India un significante específico en cuanto a esta temática y ello, a su vez, una parte relevante de su propia proyección internacional.
(*) Segunda y última parte de un artículo que abordó en su primera entrega la gestación de la política de India hacia sus vecinos, con eje en la relación de rivalidad e interés prioritario que mantiene con Pakistán.