Un argumento muy utilizado por el apologeta del Gobierno chino Zhang Weiwei es que los occidentales suelen equivocar sus pronósticos sobre China, mientras que los chinos aciertan mucho más al anticipar lo que sucederá en Occidente. Así, ha asegurado que muchos analistas de China han profetizado un futuro pesimista para el país anunciando que “el régimen colapsaría después del suceso de Tiananmen en 1989; China seguiría los pasos de la Unión Soviética en su desintegración; el caos se apoderaría de China después de la muerte de Deng Xiaoping; la prosperidad de Hong Kong se desvanecería con su retorno a China; la explosión del SARS en 2002 sería el Chernóbil de China; China se desmoronaría después de su ingreso en la OMC; y el caos seguiría tras la crisis financiera de Estados Unidos” de 2008. Y nada de ello ocurrió, claramente.
Quien encuentre que este razonamiento debe ser tenido en cuenta, podría leer en las políticas del Gobierno chino de los últimos años qué prevé China que sucederá con el segundo gobierno de Donald Trump. En este sitio anticipamos algunos aspectos de cómo se prepara el gigante asiático para el regreso del magnate. Mientras gestionaba con pragmatismo los planteos de Joe Biden que continuaron lo instalado por Trump, China continuó tejiendo incesante y profusamente redes con todos los países que no tenían un alineamiento automático con Estados Unidos —y también con algunos que sí lo tenían.
En este artículo repasamos los principales acontecimientos de las relaciones que ha mantenido China con el resto del mundo en los últimos 12 meses.
Un intenso 2024
En 2024 China consiguió asegurar los factores internos y el fortalecer las alianzas internacionales para garantizar estabilidad ante un panorama con zonas oscuras y en expansión —conflictos geopolíticos, intentos de cortar cadenas de suministro—, una transformación estructural y el ascenso de un movimiento aún polimorfo, al que se está denominando Sur Global.
Es de esperar que en el año que comienza China continuará con la misma política para mostrar que persiste en la construcción de una prosperidad común en su sociedad, así como en su aporte a un nuevo orden mundial multilateral, que promete más democrático, beneficioso e inclusivo, bajo la forma de una Comunidad de Destino Compartido.
El 2025 aparece como un año abierto por el amplio margen de imprevisión que impone el comienzo del segundo mandato de Donald Trump al frente de la principal potencia mundial. Ante este escenario China buscó apuntalar mecanismos de continuidad en las dos rondas bilaterales de comunicación estratégica y las cinco reuniones del Grupo de Trabajo Financiero y del Grupo de Trabajo Económico, buscando vías de cooperación en la lucha contra los narcóticos, el cambio climático, acuerdos científicos y tecnológicos e inteligencia artificial. El presidente Xi Jinping tanto ha recordado experiencias positivas de intercambios entre las dos potencias como trazó líneas rojas en la cuestión de Taiwán, el respeto por el camino propio de China en la democracia y los derechos humanos y el derecho al desarrollo de su país. Es de esperar que China muestre que busca el diálogo con Trump para explorar estrategias que permitan asumir a las dos mayores economías del mundo su responsabilidad global.
En 2024 China intensificó su “diplomacia de la paz”, promoviendo las conversaciones para terminar con la guerra de Ucrania, con acciones como una propuesta conjunta con Brasil y la búsqueda de un grupo de países “Amigos por la Paz”, y llamando a un alto el fuego integral en Gaza. También ha mediado en el norte de Myanmar, ha apoyado a Afganistán para una pacificación y reconstrucción, ha trabajado en una solución política en la península de Corea y en Siria defendió el principio de “liderazgo sirio y propiedad siria”, mientras se opuso a las fuerzas terroristas y se manifestó a favor de que Siria a mantenga su soberanía.
Por otra parte, en 2024 ha sido nuevamente protagonista principal del grupo BRICS, que incorporó socios en su camino a convertirse en un canal principal para la solidaridad y la cooperación entre las naciones que han sido sometidas como países subdesarrollados y semicolonias.
No fue menos influyente en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) llevada a cabo en julio en Astaná con la presencia de los presidentes de los países miembros: Irán, Kazajstán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, el primero ministro de Pakistán y el ministro de Asuntos Exteriores de la India, además de Xi Jinping y del presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, país incorporado en aquella reunión. Debe destacarse la asistencia de presidentes de países observadores, Mongolia, Azerbaiyán, Qatar, Turquía, Turkmenistán y Emiratos Árabes Unidos. Los participantes aprobaron 25 documentos que abarcan desde energía hasta seguridad, comercio, medio ambiente y finanzas. Analistas internacionales como el argentino Gabriel Merino destacaron la cumbre como una nueva evidencia del resurgimiento de Eurasia. Los Estados miembros mostraron su conformidad a la incorporación de cualquier país euroasiático a la OCS, mientras China declaró que acogería con agrado la participación de los aliados de Estados Unidos en un nuevo acuerdo de seguridad.
En el Foro para la Cooperación entre China y África (FOCAC), regiones que suman 2.800 millones de personas, llevado a cabo en Beijing en septiembre, se acordaron planes y proyectos para la modernización en comercio, inversión, industria y desarrollo verde, en los que China comprometió un apoyo financiero de 50 mil millones de dólares en los próximos tres años
Con los países árabes definió más acuerdos en innovación, finanzas, energía, economía y comercio. En julio fue firmada en Beijing una declaración por varias facciones del gobierno palestino, incluidos los rivales Fatah y Hamás, para poner fin a sus divisiones y formar un gobierno de unidad.
Las relaciones entre China y Rusia tuvieron un exponente en tres reuniones entre los presidentes Xi Jinping y Vladimir Putin, así como la coordinación de posiciones ante la ONU, los BRICS y la OCS.
Con Mongolia acordaron acelerar la construcción del Corredor Económico China-Mongolia-Rusia.
Además de visitar Francia, Serbia y Hungría, el presidente Xi Jinping mantuvo reuniones con los líderes de Alemania, el Reino Unido, España e Italia, lo que evidenció la intención de China de no perder el ritmo de cooperación con Europa, atendiendo a las diferencias, buscando soluciones y proponiendo el multilateralismo y el libre comercio —ante una Comunidad que elevó los aranceles a los autos eléctricos chinos.
En 2024 China también ha puesto foco en sus vecinos. Se lanzaron los “Visados Lancang-Mekong”, para personas calificadas de Camboya, Laos, Myanmar, Tailandia y Vietnam, fueron llevadas adelante las negociaciones de actualización del TLC China-ASEAN 3.0, los líderes de Vietnam visitaron China y hubo avances en proyectos clave como el ferrocarril transfronterizo entre China y Vietnam. Asimismo, visitó China el nuevo presidente indonesio, Prabowo Subianto, China y Malasia celebraron el 50º aniversario de sus relaciones diplomáticas, la asociación integral de alta calidad y orientada al futuro entre China y Singapur demostró fortaleza, por ejemplo en el nuevo corredor terrestre-marítimo entre las dos naciones y la amistad tradicional de China con Laos y Camboya continuó desarrollándose.
Por otro lado, comenzó a funcionar la secretaría para el mecanismo China-Asia Central, se firmó el acuerdo intergubernamental para el proyecto ferroviario China-Kirguistán-Uzbekistán y se lanzó el camión de carga transfronterizo “Tianfu” hacia Asia Central.
Xi Jinping mantuvo una reunión con el primer ministro indio Narendra Modi, y los dos países llevaron a cabo la 30ª ronda de conversaciones en Nueva Delhi para acelerar las negociaciones sobre las disputas fronterizas.
Los presidentes Xi Jinping y Lula de Silva, de Brasil, profundizaron la institucionalización de la cooperación de China con América Latina. Por un lado, sentaron bases para la relación en los próximos 50 años en áreas como la infraestructura sostenible, la transición energética, la inteligencia artificial, la economía digital, la salud y el sector aeroespacial. “La relación entre China y Brasil está en el mejor momento de su historia, lo que ha no solo mejorado el bienestar de los pueblos de los dos países, sino que también ha defendido los intereses comunes de los países en vías de desarrollo, ha fortalecido y dado voz al sur global y ha hecho contribuciones excepcionales para la paz y estabilidad mundial”, dijo el líder chino. Por otro lado, los dos países incidieron articuladamente en el documento final de la cumbre del G20 en Rio de Janeiro, que establece que el grupo económico no puede eludir sus responsabilidades frente a las graves crisis generadas por el cambio climático y exigió acciones efectivas en la lucha contra el hambre y en la modificación de la gestión de las principales instituciones multilaterales.
Xi Jinping llegó a Brasil desde Perú, donde participó de la reunión de la APEC e inauguró el puerto de Chancay, que con fuerte inversión china, es una de las obras de mayor proyección estratégica en la logística sinolatinoamericana. Con una inversión de 3.600 millones de dólares, atraerá cerca de un 50% de los cerca de 580.000 millones de dólares que mueve cada año el comercio entre China y América del Sur. Las nuevas Rutas del Cuadrante de Rondón, que conectarán directamente el agrícola centro-oeste de Brasil con Chancay, acotarán en más de 7.000 kilómetros la distancia a China, respecto de la actual ruta por el Atlántico. Se agilizará el comercio con Brasil, Bolivia, Perú y Argentina.
Taiwan
Un repaso por el año diplomático de China podría no mencionar a Taiwan, desde que la isla es considerada asunto interno. Sin embargo, la problemática es ineludiblemente un escenario en el que interfieren otros países. 2024 fue año electoral en la región, y el vencedor, Lai Ching-te, dijo en su discurso inaugural que Taiwán es “una nación soberana e independiente”, una provocación que mereció respuesta de China tanto al líder del Partido Progresista Democrático (PPD) como a los Estados Unidos, que han continuado con su doble juego de reconocer la unidad de China y a la vez venderle armas a Taiwan. Una y otra vez los voceros de la Cancillería china aclararon, como ya lo había hecho Mao Ning apenas comenzó el año, que “el principio de una sola China es un consenso internacional prevaleciente y la base política de la relación entre China y Estados Unidos. La ‘independencia de Taiwán’ es la mayor amenaza para la paz y la estabilidad entre ambos lados del Estrecho y está condenada al fracaso”. Otra respuesta reiterada fueron ejercicios militares alrededor de la isla, como el de octubre, cuando el Comando del Teatro Oriental del Ejército Popular de Liberación (EPL) envió tropas del ejército, la marina, la fuerza aérea y la fuerza de cohetes al estrecho de Taiwán. Sin ambages, el capitán Li Xi, portavoz del Comando del Teatro Oriental del EPL, explicó que las maniobras fueron una advertencia a los actos separatistas de las fuerzas de la “Independencia de Taiwán”.
Fundamentó la demostración de fuerza un aumento del presupuesto militar del 7,2 % respecto al año anterior, lo que equivalió a más de 231 mil millones de dólares. Por otra parte, si Taiwan es parte de un hostigamiento de Estados Unidos desde el mar (instigando a Filipinas, Australia y Japón, que también mostró signos de resurgimiento militar), además de la potenciación de sus recursos defensivos, China también trabajó con los países de la ASEAN temas relacionados con la paz y la estabilidad en el Mar Meridional de China. Asimismo, el aniversario 25 de la devolución de Macao fue ocasión de que funcionarios como Chen Binhua, portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado, explicaran que los grandes logros de Macao desde su retorno han demostrado al mundo que la causa de “un país, dos sistemas” tiene fortalezas institucionales distintivas y una fuerte vitalidad, y es factible, efectiva y bien recibida por el pueblo. En 2023, el PIB de Macao aumentó a siete veces la cifra de 1999 y su PIB per cápita se encuentra ahora entre los más altos del mundo.
Economía
En su mensaje por el Año Nuevo 2025, el presidente Xi Jinping afirmó que la economía china “enfrenta ahora algunas nuevas condiciones, incluidos los desafíos de las incertidumbres en el entorno externo y la presión de la transformación de los viejos motores de crecimiento a otros nuevos”.
Sin embargo, su balance indica que la economía de China se ha recuperado “y está en una trayectoria ascendente”, con la expectativa de que “el PIB nacional supere la marca de los 130 billones de yuanes (alrededor de 18,08 billones de dólares estadounidenses) y la producción de granos del país supere los 700 millones de toneladas”.
Hacia fin de 2024, la Oficina del Comité Central de Asuntos Financieros y Económicos proyectó que la economía de China crecerá alrededor del 5 % en el año, contribuyendo a casi el 30 % del crecimiento mundial, con el empleo, los precios y la balanza de pagos internacional estables y reservas de divisas por encima de los 3,2 billones de dólares. La proyección ha sido refrendada tanto por el Banco Mundial como por el FMI.
Las autoridades chinas anunciaron políticas macroeconómicas más proactivas y efectivas en 2025, lo que significaría una política fiscal más proactiva y una política monetaria moderadamente laxa, marcando un cambio con respecto a años anteriores, con el objetivo de mejorar los ajustes anticíclicos y abordar con más eficacia los factores inestables e inciertos en las operaciones económicas.
Entre las limitaciones estructurales que atentaron contra un mayor crecimiento estuvieron el bajo consumo, los altos niveles de deuda entre los promotores inmobiliarios y los gobiernos locales y el envejecimiento de la población.
Por otra parte, en los primeros 11 meses de 2024 la inversión privada, excluido el sector inmobiliario, aumentó un 6,2 % respecto al año anterior, y las exportaciones e importaciones de las empresas privadas aumentaron un 8,7 %.
Durante el año, el Gobierno central lanzaron un paquete de políticas más amplio de lo esperado para estimular la recuperación económica, las que incluyeron la reducción del coeficiente de reservas obligatorias (RRR) para los bancos y las tasas hipotecarias para las viviendas existentes, así como la introducción de nuevos programas monetarios para impulsar el mercado de capitales, y otras iniciativas.
Por otra parte, se espera que el próximo año se seguirán emitiendo bonos del tesoro especiales a ultra largo plazo con áreas de inversión optimizadas para implementar estrategias nacionales y desarrollar capacidad de seguridad en áreas clave.
El Ministerio de Comercio informó que en los primeros once meses del año se establecieron en China un número récord de 52.379 empresas con inversión extranjera, un 8,9 % más que el año anterior. A lo largo de 2024, el gobierno chino ha presentado una serie de medidas clave diseñadas para fomentar un entorno más acogedor para los inversores globales, entre ellas el desmantelamiento de la lista negativa nacional para la inversión extranjera en 2024. Además de los motores de crecimiento tradicionales, como el sector manufacturero, China está ampliando sus esfuerzos de apertura a los sectores de servicios, como el médico y de telecomunicaciones de valor añadido (centros de datos de Internet, participar en el procesamiento de datos y transacciones en línea).
Sin embargo, es posible que China no recurra a los estímulos para acelerar el crecimiento, tomando en cuenta la fuerte disciplina que ha demostrado el país para conseguir estabilidad, seguridad y resiliencia, incluso a costa de grandes dificultades para los consumidores chinos.
China ha demostrado manejar los problemas internos causados por la deuda de los gobiernos locales, el estallido de la burbuja inmobiliaria y una crisis externa causada por la restricción por parte de Estados Unidos del acceso de China a la tecnología y los mercados extranjeros.
Este año el plan “Made in China 2025” se habrá cumplido con creces, tal como lo ha ponderado la agencia Bloomberg, que en octubre publicó el artículo “Los esfuerzos de Estados Unidos para contener el impulso de Xi hacia la supremacía tecnológica están fallando”. La agencia consideró que “Made in China 2025” ha sido exitosa, ya que el país logró una posición de liderazgo en cinco de las 13 tecnologías clave —incluyendo trenes de alta velocidad, grafeno, vehículos aéreos no tripulados, paneles solares y vehículos eléctricos y baterías de litio.
Los objetivos de Made in China 2025 incluyen aumentar el contenido de origen chino en los materiales básicos al 70 % para 2025, para lo que fomenta una mayor producción de productos y servicios de alta tecnología, en la que ocupa un lugar central la industria de semiconductores. Otras industrias primordiales para la iniciativa son la aeroespacial, la biotecnología, la tecnología de la información, la fabricación inteligente, la ingeniería marítima, los ferrocarriles avanzados, los vehículos eléctricos, los equipos eléctricos, los nuevos materiales, la biomedicina, la maquinaria y los equipos agrícolas, los productos farmacéuticos y la fabricación de robótica.
Xi Jinping explicó que ante los desafíos económicos que debe afrontar, China ha “cultivado nuevas fuerzas productivas”, entre ellas “nuevas industrias, nuevos formatos comerciales y nuevos modelos”.
El mandatario mencionó como ejemplo la producción anual de vehículos de nueva energía, que “ha superado los diez millones de unidades. Se han logrado nuevos logros en los circuitos integrados, inteligencia artificial, comunicaciones cuánticas y otros campos”.
De esta manera, economía y ciencia y tecnología, con un portentoso poder innovador, se han nutrido mutuamente en 2024, con perspectivas que superan el 2025 para proyectarse al muy largo plazo.
Igual que en 2023, China contó en 2024 con el mayor número de los 100 principales clústeres de ciencia y tecnología del mundo, según un comunicado anticipado de la edición 2024 del Índice de Innovación Global (GII) de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). China tuvo 26 de los 100 principales clústeres de innovación en ciencia y tecnología del mundo, seguido por Estados Unidos (20), Alemania (8) e India y Corea del Sur (4).
Un área que muestra los avances en ciencia y tecnología es el de la industria aeroespacial. En 2024, impulsada por el Estado y el sector comercial, China se ha destacado en el número de lanzamientos de cohetes, redes de satélites, innovación tecnológica, desarrollo espacial comercial y cooperación internacional.
El 18 de diciembre, la Academia de Ingeniería de China publicó el informe “Fronteras globales de ingeniería 2024”, que repasa los avances, incluida la misión Chang’e-6, que regresó a la Tierra después de tomar muestras de rocas y suelo del otro lado de la luna, y el progreso de China en su constelación de satélites de comunicaciones en órbita terrestre baja fueron seleccionados. Los estudios relacionados con Chang’e-5 también vieron nuevos avances y descubrimientos en 2024, incluido el descubrimiento del sexto nuevo mineral lunar, llamado Changesite-(Y).
La Estación Espacial Tiangong recibió en 2024 cuatro misiones, dos tripuladas y dos de suministros de carga.
Durante la ola de compras del «Doble 11» de 2024, se vendieron rápidamente dos entradas para el turismo espacial comercial programado para 2027, a un precio de 1 millón de yuanes (137 mil dólares) cada una. Los pasajes son para la nave espacial tripulada suborbital que se lanzará con el cohete Nebula-1 que desarrollará la empresa espacial privada Deep Blue Aerospace.
Por otra parte, la constelación de satélites de Internet en órbita terrestre baja (LEO) de China, liderada por el proyecto Qianfan. Desarrollado independientemente por la empresa Spacesail, con sede en Shanghai, tiene como objetivo establecer una red de más de 15.000 satélites multimedia de pantalla ancha LEO para proporcionar servicios de comunicación de banda ancha y acceso a Internet, según informó la empresa.
Siempre con un ojo puesto en el futuro, en octubre la Agencia Espacial Tripulada de China anunció que el gran alunizaje tripulado de China se realizará en 2030.