“Prosperidad Común”: el camino hacia el rejuvenecimiento de la nación china

De Mao a Xi, una línea nítida de acciones para mejorar la vida del pueblo

El impresionante proceso de ascenso económico de China, juntamente con su (re)posicionamiento como polo de poder en el sistema mundial contemporáneo, ha obnubilado, consciente o inconscientemente, a muchos investigadores y analistas del Norte Global de una característica distintiva de su actual proceso de desarrollo: la búsqueda de la prosperidad común como ética específica que orienta la planificación económica. Este no es un dato menor, ya que representa una diferencia sustancial con el modelo de acumulación capitalista, cuyo proceder está guiado por la acumulación incesante de capital, recurriendo a procesos continuos de acumulación por desposesión.

La prosperidad común en el proceso revolucionario chino

El concepto de prosperidad común (共同富裕, gòngtóng fùyù) aparece por primera vez en el discurso político chino en 1953, durante los primeros años del gobierno de Mao Zedong, para identificar al modelo socialista de organización campesina. La prosperidad común formaba parte de la retórica socialista que buscaba eliminar las desigualdades de clase y redistribuir la riqueza. El carácter 富裕 (fùyù) aparece a veces indistintamente traducido como “prosperidad” o como “riqueza”, aunque en la connotación aquí señalada, dicha riqueza no refiere estrictamente a lo económico ni es puramente individual.

Posteriormente, Deng Xiaoping retomará dicho concepto para afirmar que la prosperidad común podría lograrse de forma escalonada, desarrollando primero las Zonas Económicas Especiales para llegar luego al resto del país.

Bajo el liderazgo de Xi Jinping, el concepto ha cobrado un protagonismo renovado y se ha convertido en uno de los pilares de su agenda política y económica. Xi lo ha convertido en una prioridad nacional y ha insistido en que, después de décadas de crecimiento, es hora de enfocarse en reducir las desigualdades y garantizar una distribución más equitativa de los beneficios económicos. En 2021, Xi anunció formalmente la prosperidad común como una de las metas centrales para el futuro de China, buscando un desarrollo que no solo genere riqueza, sino que también la redistribuya de manera más justa.

Raíces históricas del concepto

Si bien el concepto de prosperidad común esta indisociablemente ligado al actual proceso revolucionario chino, el mismo tiene raíces profundas que provienen de la filosofía tradicional china.

En el pensamiento confuciano, la idea de armonía y bienestar colectivo son fundamentales. Según Confucio, para construir una sociedad justa eran indispensables los principios de la virtud y la moralidad, en los cuales el «Ren» (仁) estaba asociado a la benevolencia y el deber de las personas hacia los demás, promoviendo una comunidad en la cual el bienestar colectivo estaba en el centro.

Otro filósofo importante del pensamiento chino, Mencio, sostenía que a los gobernantes les cabía la responsabilidad de garantizar que el pueblo tenga sus necesidades básicas satisfechas, y en este sentido, un buen gobierno era aquel que podía asegurar el bienestar material y espiritual y la equidad para todo el pueblo. En síntesis, la prosperidad común.

Gatos y ratones

Generalmente, en los análisis occidentales sobre el modelo económico de China luego de la Reforma y Apertura, tiende a repetirse hasta el cansancio la frase de Deng Xiaoping que señala que “no importa el color del gato, siempre que cace ratones”. Asociada al supuesto “pragmatismo” de la dirigencia política nacional, muchos analistas afirman que “no importa el color del gato” sugiere la flexibilidad de la dirigencia china a la hora de aplicar las políticas macro y microeconómicas.

Sin embargo, desde el atlantismo occidental capitalista se ha hecho (y se sigue haciendo) una interpretación bastante arbitraria de la frase. “No importa si el gato es blanco o negro” suele traducirse como “no importa si el modelo es más socialista o más capitalista”; mientras que “lo importante es que cace ratones” se interpreta como “lo importante es que genere crecimiento económico”. Así, se afirma que las reformas de Deng en los años ‘90 alejaron a China del modelo socialista impulsado por Mao (acercándolo al capitalismo) y que fue esto lo que permitió el despegue económico de China que llega hasta nuestros días.

La lectura intencionalmente equivocada de Occidente omite deliberadamente que Deng nunca puso en duda el modelo de organización socialista, y que “cazar ratones” no significa “generar crecimiento económico” a cualquier precio, ya que, si bien el crecimiento de la economía nacional fue un objetivo estratégico de la segunda y tercera generación de líderes del PCCh, este era un medio para construir una sociedad próspera, generar igualdad y beneficios mutuos. 

La frase de Deng “enriquecerse es glorioso” tenía el objetivo de ponderar el crecimiento económico nacional en las políticas de reforma y apertura, al tiempo que “la pobreza no es socialista”, también pronunciada por Deng, se acompañaba con una crítica férrea al sistema capitalista, el cual, según Deng, “no resolvería en lo más mínimo el problema de asegurar una vida acomodada a más del 90 por ciento de la población”.

Es decir, crecer económicamente no es un fin sino un medio. Haciendo un anacronismo con los postulados actuales de Xi Jinping, “cazar ratones” implica construir las bases del sueño chino de rejuvenecimiento nacional, donde el ser humano está en el centro de la política económica. “Cazar ratones” es terminar con la pobreza extrema, aumentar el nivel de vida de la población y reposicionar a China en el escenario internacional.

El pensamiento de Xi Jinping

En 2021, Xi Jinping afirmó que “después de haber entrado en una nueva etapa de desarrollo, China debe prestar mayor atención a la búsqueda de la prosperidad común”.

En el marco de los debates sobre el XIV Plan Quinquenal 2021-2025, Xi Jinping anunció que China había cumplido el objetivo de construir una “sociedad moderadamente próspera” para el centenario de la fundación del Partido Comunista de China en 2021, y que ahora comenzaba el camino planteado para el centenario de la fundación de la República Popular, en 2049. Para ello, China debía pasar de una “sociedad moderadamente próspera” a la “prosperidad común”, corrigiendo los desequilibrios en el desarrollo.

La agencia Xinhua, en este sentido, señaló que “la prosperidad común es un objetivo básico del marxismo y un ideal de nuestro pueblo desde la antigüedad. Según la visión de Marx y Engels, una sociedad comunista eliminará por completo los antagonismos y diferencias entre clases, entre áreas urbanas y rurales, entre trabajo mental y trabajo manual, e implementará cada uno según sus capacidades y distribuirá según sus necesidades, de manera que la realización real del intercambio social promueva el desarrollo individual, libre e integral y realización mutua”.

Xi Jinping, en su discurso, identificó tres batallas a las que debía enfrentarse el gobierno chino en el corto plazo en la búsqueda de alcanzar la prosperidad común: la prevención y la eliminación de riesgos financieros, la reducción específica de la pobreza y la prevención y control de la contaminación. 

El objetivo de eliminar la pobreza extrema para cuando se cumpliesen los 100 años de la fundación del Partido Comunista de China estaba planteado desde hace tiempo y era una de las metas principales del gobierno chino, que ahora debe esforzarse por sostenerla, en el marco de las tensiones crecientes y las crisis de la economía internacional. Por otra parte, China ha adoptado en los últimos años una actitud más asertiva tanto en la arena internacional como en la política doméstica en lo referente a alcanzar la neutralidad del carbono, el desarrollo de energías renovables y en construir una civilización ecológica. Asimismo, la crisis de Evergrande puso sobre la mesa los riesgos financieros producto de la especulación inmobiliaria.

A su vez, en el marco de su objetivo de alcanzar la prosperidad común, el gobierno chino ha puesto el foco en la necesidad de reducir el costo de las necesidades básicas, reducir la desigualdad, construir viviendas sociales, destinar un mayor gasto a servicios, otorgar préstamos a bajas tasas de interés a los sectores más pobres de la sociedad e impulsar la construcción de infraestructura.

La prosperidad común: de las ideas a la práctica

El planteo de Xi Jinping de alcanzar la prosperidad común está íntimamente ligado al objetivo de alcanzar el sueño chino de rejuvenecimiento nacional para 2049, cuando se cumplan 100 años desde la fundación de la República Popular. En este marco, prosperidad común, como lo venimos diciendo, refiere a que el estado nacional genere las condiciones para alcanzar el bienestar material y espiritual de las 56 etnias que conforman el pueblo chino. 

Esto no es mera retórica. Desde la implementación de las políticas de reforma y apertura a fines de la década de 1970, China ha logrado sacar a aproximadamente 800 millones de personas de la pobreza, lo que es considerado uno de los logros más grandes en la historia del desarrollo económico global. En 2021, China alcanzó el objetivo planteado de erradicar la pobreza extrema en el país. 

La desigualdad también se ha reducido. Desde la implementación del nuevo concepto de desarrollo de Xi Jinping, el índice de Gini se ha reducido de forma acelerada, desde 43,7 puntos en 2010 hasta 35,7 en 2021, lo que marca que hoy la sociedad china es más igualitaria que la estadounidense (con 41,3 puntos en ese indicador). 

La esperanza de vida al nacer también ha tenido un desempeño impresionante. China alcanzó los 79 años en 2021, con lo cual superó a los Estados Unidos, que bajó a los 76 años en ese mismo año. Es decir, hoy, un niño o niña que nace en China tiene más esperanza de vida que un niño o niña nacido/a en Norteamérica.

Las políticas de China para afrontar la crisis sanitaria por Covid-19 o la crisis inmobiliaria luego de la quiebra de Evergrande son ejemplos prácticos del impulso de la prosperidad común. En ambos casos, siempre estuvo por delante el bienestar de la comunidad por sobre el interés del mercado. La frase “la vivienda es para vivir, no para especular” ilustra claramente la cosmovisión china a este respecto.

La prosperidad común, en tanto, es esencialmente una prosperidad colectiva, comunitaria. De hecho, el carácter 共同 (gòngtóng), definido generalmente como “común”, se puede definir mejor como “compartida”. Es decir, la prosperidad no solo es común, sino que es fundamentalmente compartida. No hay posibilidad de prosperidad individual cuando hay un pueblo pobre. La prosperidad/riqueza individual está subordinada a la prosperidad colectiva. Esto difiere sustancialmente con la concepción de prosperidad capitalista occidental, que entiende a la misma como riqueza material individual.

De este modo, la prosperidad común reafirma el impulso de un nuevo humanismo por parte de la actual generación de líderes del Partido Comunista de China, encabezada por Xi Jinping. Una visión que pone al desarrollo material y espiritual del ser humano en el centro de las políticas públicas, lo cual representa una alternativa civilizatoria a la cosmovisión capitalista occidental, que pone al interés privado individual en el centro de dichas políticas.

La noción de prosperidad común de China, a su vez, pone en tensión aquellas lecturas que caracterizan el actual proceso de transición hacia un orden multipolar como una mera transición hegemónica, sin contemplar los procesos de cambio cualitativos que ofrece China, en tanto formas diametralmente distintas de pensar los objetivos y formas del desarrollo, el bienestar y la justicia.

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