Británicos que se animaron a defender el derecho argentino a la soberanía de las Islas Malvinas.
Por Fernando Capotondo (*)
En el Reino del Revés de la República Argentina, donde el presidente Javier Milei admira a Margaret Thatcher y los comunicados oficiales llaman “Falklands” a las Malvinas, el categórico pronunciamiento del periodista británico Simon Jenkins sobre el “absurdo resabio imperial” del Reino Unido en las islas tuvo el efecto de un golpe de nocaut y activó un imprescindible ejercicio de memoria histórica sobre otros investigadores, hombres de prensa y legisladores ingleses. Algunos han condenado la ocupación “pirata” (¿alguien recuerda este adjetivo?) con mayor vehemencia, más precisión y mejores argumentos que muchos supuestos especialistas del gobierno argentino.
“Los delirios de grandeza nunca cesan”, afirmó Jenkins hace semanas desde su influyente columna de opinión en The Guardian, el reconocido diario británico que acaba de cerrar todas sus cuentas en la red social X por considerarla “una plataforma tóxica”.
El veterano periodista volvió a cuestionar la intransigente política de Gran Bretaña alrededor del tema Malvinas, sobre todo tras la reciente decisión de Londres de entregar la soberanía del archipiélago de Chagos a la República de Mauricio, después de casi 60 años de reclamos y disputas territoriales.
El autor del libro “La batalla por las Malvinas” consideró “injustificable” la defensa de 3.600 habitantes a un costo de 60 millones de libras anuales, por lo que “el único futuro que tiene sentido económico para las islas está en su territorio continental adyacente”, es decir, en la Argentina.
Más allá de lo estrictamente económico, el editorialista dedicó un párrafo al actual canciller laborista Stephen Doughty, quien días antes había anunciado un nuevo rechazo a los históricos reclamos de la Argentina: “Lo que generalmente se olvida es que antes de la invasión argentina en 1982, el gobierno de Margaret Thatcher en realidad estaba negociando una transferencia, a pesar de la preocupación expresada por los isleños. Como en el caso de Hong Kong, la historia y la proximidad geográfica hicieron que un acuerdo fuera de sentido común, posiblemente con la presencia de la ONU garantizando el autogobierno de los isleños. Sólo la acción temeraria del régimen militar de Argentina arruinó las conversaciones. Pero eso fue hace 42 años”.
No es la primera vez que Simon Jenkins se pronuncia de esta manera. En 2022, al cumplirse 40 años de la guerra, había planteado que la soberanía británica sobre las Malvinas era “un absurdo resabio imperial”, fuera de época, al que debía ponerse fin.
Laboristas eran los de antes
Otra voz que siempre hizo ruido en los oídos de los conservadores y militares británicos fue la del exlíder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, quien calificó la guerra de Malvinas como una “nauseabunda pérdida de dinero y vidas”, abogó por llegar a un “acuerdo razonable” con la Argentina e, incluso, llegó a proponer un arreglo de paz “modelo Irlanda del Norte”, con el poder compartido entre los países en disputa.
Incluso, Corbyn denunció que el conflicto armado de 1982 había sido una “conspiración Tory” para darle más aire político a la primera ministra conservadora Thatcher, quien parecía no encontrarle la vuelta a la crisis económica-social que profundizaban sus incipientes experimentos neoliberales.
“La guerra es uno de esos conflictos locos de banderas que se agitan sin sentido”, sostuvo el exparlamentario a la cadena BBC de Londres.
De más está decir que esta postura pacifista y abierta al diálogo sobre Malvinas lo convirtió en una suerte de héroe en la Argentina, al punto que la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner le envió una carta de felicitación, en 2015, con motivo de su elección como líder del Partido Laborista del Reino Unido.
“Jeremy Corbyn es un gran amigo de América Latina y comparte solidariamente nuestra reivindicación de la igualdad y la soberanía política. Se ha expresado claramente en el Parlamento británico a favor de la Argentina en nuestra lucha por los derechos humanos, contra los intereses usurarios de los fondos buitre y acompaña activamente el llamamiento de la comunidad internacional a favor del diálogo entre el Reino Unido y Argentina en la cuestión Malvinas”, destacó la exmandataria argentina.
Nueve años después de aquella carta, Jeremy Corbyn fue expulsado del Partido Laborista “con falsas acusaciones de antisemitismo por su apoyo a la causa palestina”, según planteó Alicia Castro, la exembajadora argentina en Londres en el período 2012-2015, en un reciente análisis sobre el actual primer ministro Keir Starmer y Malvinas, difundido por Newsweek.
Starmer —también laborista, pero diferente a Corbyn—– hoy prefiere avanzar en la explotación petrolera en el área de Malvinas que habían anunciado oportunamente sus antecesores conservadores. Cuestión de estilos. Cuestión de negocios.
El imperio de verdad
Otro columnista especializado en estos temas, Richard Norton-Taylor, escribió hace ya hace varios años que “la disputa sobre la soberanía se ha prolongado durante siglos, y Gran Bretaña nunca ha estado realmente segura de su reivindicación sobre las islas. En 1829, el Duque de Wellington observó: ‘He leído detenidamente los documentos relativos a las Islas Malvinas. No me queda claro que alguna vez hayamos poseído la soberanía de todas estas islas»”.
“El reclamo argentino de Malvinas todavía es válido”, fue el título de otra recordada columna de opinión, repudiada desde el imperialismo británico, que también fue publicada en The Guardian, aunque en 2007 y con la firma del historiador y periodista Richard Gott.
“Argentina perdió la guerra, pero sigue reclamando desde 1833 los legítimos derechos sobre el territorio usurpado por la fuerza. Las islas han sido robadas, ocupadas, pobladas y defendidas por Inglaterra. Llevo 40 años con esta línea de pensamiento”, sostuvo Gott en aquel artículo que le valió previsibles reconocimientos en la Argentina.
El historiador, corresponsal del mencionado diario en América Latina durante 35 años, planteó que el reclamo de soberanía argentino es válido en función del derecho internacional y los principios históricos, criticó la postura británica de rechazar cualquier tipo de negociaciones y, claro, calificó como “poco probable” que la disputa sea olvidada con el paso de los años.
Gott también fue autor de “El Imperio Británico. Resistencia, represión y rebeliones”, un esclarecedor libro que echa por tierra los argumentos colonialistas del Reino Unido sobre el supuesto respeto de Londres a los deseos de los pobladores de Malvinas de ser considerados ciudadanos británicos.
En efecto, el historiador describe diferentes casos de colonialismo en los que las opiniones de las poblaciones locales jamás fueron tenidas en consideración, tal como sucedió recientemente en la isla Diego García y en Hong Kong.
En su argumentación, Gott recuerda el indiscriminado uso de la fuerza que los ingleses emplearon para invadir territorios, someter a los pobladores y autoproclamarse dueños de las tierras por obra y gracia del espíritu anglosajón.
Es el otro lado de la historia, como bien vende la tapa del libro.

* Periodista con conocimientos sobre China. Jefe de redacción de Contraeditorial y director del sitio de cultura asiática Llibres. Fue jefe de redacción de la Agencia de Noticias Télam y del diario Tiempo Argentino, además de director del diario Crónica.