Una sociedad exhausta, presiones externas y un camino hacia la paz aún lleno de incertezas.
En este febrero de 2025 entramos en el tercer año del conflicto militar más intenso del siglo XXI. Dada la profundidad del impacto del enfrentamiento en múltiples aspectos, se hará un recorte sobre algunos de ellos para poder tener un acercamiento a cómo la guerra en Ucrania ha cambiado algunas perspectivas en la propia sociedad ucraniana y en algunos de los diferentes Estados involucrados.
La guerra de desgaste plateada por los mandos rusos desde mediados de 2022 está comenzando a producir resultados palpables sobre el terreno: la sucesiva caída de los bastiones defensivos ucranianos, construidos en algunos casos desde 2014, podrían permitir un avance ruso más veloz en el futuro inmediato en todo el frente del este.
Sobre este contexto militar, Donald Trump había planteado desde mucho antes de asumir la presidencia que la mejor opción para Estados Unidos era llegar a un acuerdo de paz que pusiera fin al conflicto. Sin embargo, por ahora, sólo tenemos algunos indicios de cuál sería realmente su actitud frente al enfrentamiento, pero que aun así están impactando ya sobre el mismo.
Aunque los envíos de armas y municiones continúan al mismo ritmo que con la administración Biden, algunos cambios se aprecian en otros sentidos. Una de ellas fue la suspensión de las actividades de la agencia USAID, un organismo estadounidense financiado por el gobierno para apoyar a ONGs, medios de comunicación o personalidades que consideren favorables a sus intereses. Esta medida ha tenido un impacto considerable en Ucrania, dado que 90% de los medios de prensa declararon repentinamente tener problemas para pagar a su personal o seguir operando el próximo mes. Y la prensa juega un papel crucial en el manejo de la propaganda de guerra que permite al gobierno de Zelenski mantener una narrativa ficticia sobre los éxitos logrados en el frente y crear el consenso necesario para continuar la guerra. Habrá que ver en los próximos meses cómo esta situación puede impactar sobre una opinión pública cada vez más consciente del devenir del conflicto. La narrativa única imperante entre los medios occidentales y numerosos blogueros acerca de cómo Ucrania podría triunfar ya comenzó a cambiar desde hace algunos meses, pero habría que considerar si las críticas hacia las autoridades ucranianas a partir de ahora no responderían únicamente a la evidencia del avance ruso en el frente o a su falta de financiamiento para apoyar la propaganda.
De cementerios y reclutamientos
Más allá de las declaraciones oficiales ucranianas, la permanente ampliación de los cementerios en todo el país es una muestra indiscutible de que los resultados distan mucho de lo afirmado por las autoridades.
Según Zelenski hasta febrero de 2024 habían tenido 31.000 bajas fatales. Sin embargo, la discusión en la Rada Suprema de una ley para bajar la edad de movilización de los 25 a los 18 años es otra confirmación más de que hay serios problemas en el frente; lo que no se plantea abiertamente hasta ahora en ningún medio ucraniano es qué pasó con los cientos de miles de personas que deberían haber sido reclutados cuando se disminuyó la edad de 27 a 25 años en abril de 2024.
Al mismo tiempo, se está discutiendo un proyecto para recategorizar a las más de 20.000 empresas consideradas estratégicas, lo cual permitiría incluir al personal de las mismas dentro de los grupos a ser enviados al frente. Algo similar está ocurriendo con la recategorización de las discapacidades que permitían ser exceptuados del servicio. Según una circular enviada a mediados de enero por Oleksander Sirski, comandante de las fuerzas armadas, 50.000 personas de diferentes dependencias (mecánicos, defensa aérea, oficinistas y otros) fueron transferidas como infantería de primera línea para tratar de cubrir los faltantes en múltiples zonas de combate.
Debido al nivel de deserciones o falta de respuesta a las convocatorias para presentarse al examen médico, los miembros del TCC, el organismo militar encargado del reclutamiento, han establecido puntos de control para detectar a los infractores. Esto dio lugar a la creación espontánea en algunas regiones de sitios en internet que notifican de los lugares que deben evitar los ciudadanos varones. Por ello, también se ha recurrido al control de los pasajeros de manera imprevista en medios de transporte masivos. En numerosos casos los presentes han ayudado a los infractores a resistirse o escapar de los intentos de arresto. Estas escenas publicadas en las redes se volvieron tan cotidianas que afectaban la narrativa acerca del respaldo a la guerra, por lo que grabar o distribuir este tipo de imágenes ahora es considerado un delito. Por la creciente oposición, los miembros del TCC han recibido autorización para usar las armas en caso de resistencia porque es cada vez más frecuente que sus vehículos sean incendiados o su personal agredido, por lo que últimamente circulan en grupos, con pasamontañas y protección policial, e incluso utilizan vehículos sin identificación.
Para evitar ser reclutados, muchos hombres dejaron de circular por las calles o asistir al trabajo, lo cual afecta la producción ya de por si disminuida por los ataques rusos a la infraestructura energética. Algunas empresas, para subsanar el problema de la falta de mano de obra, han recurrido a la importación de trabajadores de África o Asia. El nivel de deserciones hasta octubre de 2024 estaba cifrada en más de 92.000 personas; a partir de esa fecha, las cifras entraron en la categoría de información clasificada.
Sin embargo, otras formas de resistencia no fueron condenadas y han superado incluso el bloqueo informativo. Así se han producido en diferentes ciudades, incluyendo Kiev, varias manifestaciones autoconvocadas con multitud de mujeres exigiendo saber el destino de sus familiares reclutados hace tiempo y de los que no tienen noticias por parte de las autoridades.
Y todo lo anteriormente descripto resulta muy contradictorio con la feroz resistencia demostrada en diferentes puntos del frente por las tropas ucranianas que enfrentan a un enemigo claramente superior en medios.
Uno de los cambios más notables desde fines de 2023 es que el reclutamiento ahora se ha intensificado en la parte occidental de Ucrania. Hasta ese momento se priorizaba movilizar soldados en la parte oriental y sur del país, las regiones rusoparlantes. Como declaró una diputada de la Rada, si las bajas se producían entre los habitantes de esas regiones se romperían posibles sentimientos de lealtad hacia Rusia entre los familiares de los caídos. Pero el devenir desfavorable de la guerra llevó a modificar esta estrategia y recurrir también al reclutamiento forzado en el oeste.
Conocer al otro: ucranianos de aquí y de allá
Además, la dinámica del conflicto desde 2022 provocó la migración de millones de ucranianos rusoparlantes (voluntariamente o forzada por las autoridades) desde el este y sur del país hacia las ciudades del oeste, tradicional bastión del nacionalismo ucraniano. Surgió así una situación inesperada para el discurso de los nacionalistas: por primera vez amplios sectores de la población ucranioparlante entraron en contacto cotidiano con los “otros” ucranianos: en las ciudades y pueblos del oeste, en las calles, escuelas o negocios, multitud de compatriotas de otra lengua y cultura aparecieron compartiendo sus problemas cotidianos con los habitantes locales. Es imprevisible el impacto que esto pueda tener en el futuro a nivel político. Aunque también hay que destacar que esa afluencia, que en un principio despertó reacciones de solidaridad por los desplazados, también motivo entre algunos sentimientos de mayor rusofobia.
Por ejemplo, la exdiputada Irina Farion, residente en la occidental Lviv, había declarado que los rusoparlantes debían ser marginados si no hablaban en ucraniano. Su asesinato por un joven rusófono a mediados de 2024 es un indicador de las tensiones que atraviesa la sociedad en zonas muy alejadas de la línea del frente.
La migración ucraniana no afectó solo el oeste del país. Según la ACNUR, el organismo de Naciones Unidas para los refugiados, hasta septiembre de 2022 unos 7,4 millones de personas se habían desplazado oficialmente hacia otros países de Europa, aunque según otras fuentes la cifra extraoficial es muy superior. Esta enorme masa de desplazados fue recibida calurosamente en un primer momento. De modo que la Unión Europea aprobó rápidamente la Directiva de Protección Temporal en marzo de 2022 que ofreció protección oficial a millones de refugiados; incluso hoy en día siguen beneficiados por la misma unos 4,2 millones de personas, que han sobrecargado el sistema de salud, asistencia social y viviendas en diferentes regiones de Europa. Sin embargo, a medida que la guerra se prolonga la actitud ha comenzado a cambiar, en parte por la crisis económica que afecta a la UE. Desde la invasión, se aprobaron más de 19.000 sanciones contra Rusia, sus empresas o personalidades. Sin embargo, el impacto de las medidas contra Rusia afectaron más a la propia UE que al país sancionado.
Presiones por la paz
Por tal motivo, en los últimos meses cobraron relevancia líderes políticos que abiertamente reclaman el fin del apoyo militar a Ucrania y el abandono de las sanciones contra Rusia.
Los primeros ministros de Hungría (Viktor Orbán) y de Eslovaquia (Robert Fico), los presidentes de Bulgaria (Rumen Radev) y de Croacia (Zoran Milanović), el candidato presidencial más votado de Rumania (Călin Georgescu) o Alternativa por Alemania son solo algunos ejemplos de líderes o grupos políticos que proponen eliminar el apoyo al gobierno de Ucrania y priorizar la distensión porque eso mejoraría la situación en toda Europa. A modo de ejemplo, el reemplazo del gas ruso por el importado de otros continentes provocó tal incremento del precio de la energía que golpeó duramente a la economía alemana, con una recesión de 0,3 en 2023 y de 0,2% en 2024. La industria automotriz fue tan afectada que incluso la emblemática empresa VW debió anunciar el cierre de varias de sus plantas en el país. Y la situación alemana no es la excepción, sino que es algo que se comienza a notar en otros países, como la ralentización económica en el otro motor de la UE como es Francia.
En este contexto de recesión económica o disminución de las tasas de crecimiento las propuestas políticas que consideran la restricción de la recepción de inmigrantes como una de las formas de disminuir la crisis comienzan a tener cada vez más respaldo. La discusión en Alemania, uno de los países con mayor tolerancia para la recepción de inmigrantes, de una ley que limita el ingreso es un anuncio de lo que tal vez se convierta en una medida generalizada en el resto de la Unión Europea. Y en este contexto de dificultades económicas y del avance de partidos opuestos a la guerra, la actitud hacia los inmigrantes ucranianos está comenzado a cambiar. Frente al hecho de que a pesar de la situación económica desfavorable siguen los aportes financieros a Kiev, en algunos Estados han surgido propuestas para que todos los refugiados ucranianos en edad de combatir sean repatriados de manera forzosa. Esto solucionaría los problemas de reclutamiento, pero contradice abiertamente las normas europeas de asilo para refugiados provenientes de zonas de guerra. Una forma de esquivar esta limitación fue proporcionada por el gobierno de Kiev, que ordenó dejar de expedir o renovar pasaportes a los varones entre 18 y 60 años residentes en el exterior, como una forma de tramitar su regreso voluntariamente o exponerse a la deportación (forma encubierta de enviarlos forzosamente al frente).
Una cuestión que se suele ignorar es que Rusia es el país con la mayor cantidad de ucranianos residentes, población muy bien recibida no solo por la falta de mano de obra, sino por la afinidad cultural. Y si se suma a eso la cantidad de rusos con algún antepasado ucraniano, esta cifra se eleva de manera significativa. Por este motivo, las imágenes que en un primer momento se mostraban de soldados ucranianos abatidos dejaron de ser publicadas en los medios rusos: generan más consternación que respaldo a las fuerzas armadas.
Por el contrario, otras imágenes han recibido amplia difusión en los medios rusos. Las tropas que invadieron Kursk con simbología nazi, o saqueando y maltratando o asesinando a civiles que se retiraban fueron muy difundidas y generaron indignación. Recientemente el descubrimiento de los cuerpos de numerosos civiles rusos torturados y asesinados en asentamientos recuperados de Kursk, como así también la confesión de la participación en los hechos de soldados capturados han sido presentados sistemáticamente. Y estos hechos han reforzado la narrativa de las autoridades de Moscú acerca de que el conflicto debe continuar hasta la derrota del enemigo.
Al mismo tiempo, la declaración del enviado estadounidense Keith Kellogg para Ucrania acerca de que es necesario que se lleven a cabo elecciones, dado que el mandato de Zelenski expiró en mayo de 2024, coincide con igual afirmación sostenida por Putin como un requisito previo a cualquier negociación.
Mientras el respaldo hacia Ucrania en EE.UU. y la UE parece tener crecientes condicionamientos, se observa por el contrario una postura hasta ahora inflexible por parte de Moscú acerca del logro de sus objetivos en el país. Y en ese contexto político, se observan mayores indicios de una sociedad ucraniana cada vez más agotada por el conflicto, todo lo cual abre un panorama muy incierto para las autoridades de Kiev en un futuro inmediato.